Querido diario:
Me parece increíble que esté haciendo esto. Como si un trozo de papel barato fuese a cambiarme la vida. En fin...
Me llamo Shinju. Mi familia es japonesa, aunque me mudé tan temprano a España que ni si quiera recuerdo mi país. Mi madre dice que no quiere volver a casa. Jamás entenderé por qué huyó, pero no voy a ser yo quien la contradiga. La gente se extraña de que hable como cualquier otro; se deben pensar que soy chino o algo así; de hecho, todavía hay algún graciosillo por ahí que me llama Shin-chan, pero prefiero que no me hagas chistes malos.
Si os preguntáis por qué os cuento mi vida, no es porque necesite desahogarme con un ser inerte. Para nada. De hecho, me están obligando a hacerlo: El orientador del instituto dice que estoy muy perdido en la vida; mi madre, que debería hablar con alguien y mi novia, que no es normal que me guste vivir sólo. No entiendo por qué les parece tan extraño que esté bien, pero supongo que no se puede evitar. Todo el mundo cojea de algún pie.
Dijeron que haciendo esto me dejarían en paz. Espero que sea cierto, porque si no, esto acabará en algún contenedor de mi barrio. No es que me parezca mal que se preocupen por mí. Es más bien que lo dicen como si fuese una orden tener que llevar una vida normal y corriente.
Esta mañana salí a correr. No suelo hacerlo muy a menudo, ya que hago bastante deporte en el club (juego a baloncesto desde hace un par de años), pero hoy hacía un tiempo increíblemente bueno. Después de dos semanas lloviendo sin parar, al fin salían unos rayos de sol. Debo ser la persona más solitaria del mundo, ya que me gusta correr a mi aire, sin que nadie me moleste. Nunca entenderé qué tiene de malo.
Cuando volvía a casa, me crucé con Sora. Le extrañó verme tan sudado y sin arreglar y le dije que necesitaba una ducha. Cómo no, se ofreció a acompañarme. Ella es así, juguetona y espontánea; a veces es demasiado descarada y llega a ser cargante, pero qué se le va a hacer. Me atraen ese tipo de personas, las que te obligan a hacer tonterías. Pero oye, que no he venido a hablaros de mi novia.
Todo el mundo sabe que llego tarde a todas partes, así que nadie se sorprendió de que faltase a primera. En serio, las clases deberían empezar a mediodía y acabar en un par de horas. ¿A quién se le ocurriría pensar que era buena idea madrugar? Nadie tiene cerebro para pensar a las nueve de la mañana. Y aún por encima, la universidad está a las afueras de la ciudad, así que tengo que cogerme un autobús que tarda más de media hora en llegar cada día.
Muchos se sorprenden cuando les digo que soy universitario. Lo cierto es que a veces ni yo me lo creo. Soy de esas personas a las que les gusta experimentar las cosas, en vez de pararme toda la tarde delante de un libro memorizando datos. Mi madre siempre me castigaba para que me pusiese a estudiar, pero rara vez lo conseguía. Por eso, cuando aprobé segundo de bachillerato, me dejó un poco elegir lo que quisiera.
Estudio idiomas en la universidad, en una carrera que es filología inglesa, pero a la que le han cambiado el nombre para atraer a más gente. No voy a dar mi opinión sobre la eterna rivalidad letras vs ciencias. Realmente siempre he hecho aquello que me hacía sentirme cómodo, así que no entiendo por qué la gente le da tanta importancia al prestigio de lo que uno estudia. Si haces una carrera porque tiene más salidas, vas a tener que pelearte con aquellos a los que les gusta y encima se les da bien. Siempre le he dicho a todo el mundo que escogiera aquello que les llamaba de verdad, en lugar de lo más plausible y, ¿sabéis qué? Siempre me han dado las gracias. Uno debe saber dónde puede competir.
Bueno, querido Diario, creo que será mejor que me vaya acostando ya. Mañana tengo clase otra vez a primera, con alguien que me cae realmente mal. De todas formas, hemos hablado mucho. No está mal para un primer contacto, ¿eh?
No sé si al final te cambiaré de nombre o si te quedarás tal cual. Supongo que lo iremos viendo con el tiempo. Hasta pronto.
Shinju
El diario de Shinju (2)
Esta mañana salí a correr. No suelo hacerlo muy a menudo, ya que hago bastante deporte en el club (juego a baloncesto desde hace un par de años), pero hoy hacía un tiempo increíblemente bueno. Después de dos semanas lloviendo sin parar, al fin salían unos rayos de sol. Debo ser la persona más solitaria del mundo, ya que me gusta correr a mi aire, sin que nadie me moleste. Nunca entenderé qué tiene de malo.
Cuando volvía a casa, me crucé con Sora. Le extrañó verme tan sudado y sin arreglar y le dije que necesitaba una ducha. Cómo no, se ofreció a acompañarme. Ella es así, juguetona y espontánea; a veces es demasiado descarada y llega a ser cargante, pero qué se le va a hacer. Me atraen ese tipo de personas, las que te obligan a hacer tonterías. Pero oye, que no he venido a hablaros de mi novia.
Todo el mundo sabe que llego tarde a todas partes, así que nadie se sorprendió de que faltase a primera. En serio, las clases deberían empezar a mediodía y acabar en un par de horas. ¿A quién se le ocurriría pensar que era buena idea madrugar? Nadie tiene cerebro para pensar a las nueve de la mañana. Y aún por encima, la universidad está a las afueras de la ciudad, así que tengo que cogerme un autobús que tarda más de media hora en llegar cada día.
Muchos se sorprenden cuando les digo que soy universitario. Lo cierto es que a veces ni yo me lo creo. Soy de esas personas a las que les gusta experimentar las cosas, en vez de pararme toda la tarde delante de un libro memorizando datos. Mi madre siempre me castigaba para que me pusiese a estudiar, pero rara vez lo conseguía. Por eso, cuando aprobé segundo de bachillerato, me dejó un poco elegir lo que quisiera.
Estudio idiomas en la universidad, en una carrera que es filología inglesa, pero a la que le han cambiado el nombre para atraer a más gente. No voy a dar mi opinión sobre la eterna rivalidad letras vs ciencias. Realmente siempre he hecho aquello que me hacía sentirme cómodo, así que no entiendo por qué la gente le da tanta importancia al prestigio de lo que uno estudia. Si haces una carrera porque tiene más salidas, vas a tener que pelearte con aquellos a los que les gusta y encima se les da bien. Siempre le he dicho a todo el mundo que escogiera aquello que les llamaba de verdad, en lugar de lo más plausible y, ¿sabéis qué? Siempre me han dado las gracias. Uno debe saber dónde puede competir.
Bueno, querido Diario, creo que será mejor que me vaya acostando ya. Mañana tengo clase otra vez a primera, con alguien que me cae realmente mal. De todas formas, hemos hablado mucho. No está mal para un primer contacto, ¿eh?
No sé si al final te cambiaré de nombre o si te quedarás tal cual. Supongo que lo iremos viendo con el tiempo. Hasta pronto.
Shinju
El diario de Shinju (2)
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