El significado del esfuerzo y la dedicación

El tema de hoy viene de una conversación que tuve en clase de japonés con una compañera. Partamos de la idea de que yo tengo un carácter muy serio y metódico y ella es todo lo contrario. Bien sé que soy una persona difícil de tratar y que tengo una idea del trabajo muy concreta. Pues bien, empezamos hablando sobre los idiomas y la cosa fue derivando hasta llegar al "progreso". 

Ella decía que con el tiempo sus problemas de base se arreglarían. Esto no sería ningún problema si estuviese haciendo algo para arreglarlos, pero no. Ella cree que a medida que le vayan sonando las construcciones y demás, mejorará y será como los que se han partido el lomo estudiando todos los días. Mi reacción vino a ser algo como:

Me voy a referir al aprendizaje de los idiomas porque es mi campo, pero realmente, se puede aplicar al estudio en general. En pocas palabras: la base lo es todo. Una persona que tiene una base sólida, puede que no sepa demasiado de un idioma, pero a la hora de la verdad, sabe que va a cometer pocos errores o ninguno y también tendrá claro cuales son sus puntos fuertes y sus puntos débiles. 

Por otra parte, una persona que va al tuntún, es como una torre de jenka (la que le vas quitando fichas hasta que se cae). Imagináos que la partida está a punto de acabar y esa persona se empeña en segur poniendo fichas encima de la torre en lugar de quitarlas. Es inevitable que la torre se vaya desarmando paulatinamente. Lo nuevo lo tienes fresco y lo recuerdas, pero se va desplomando sobre lo viejo y ya no eres consciente de lo que sabes de verdad y lo que no.

La profesora intentó quitarle hierro al asunto, diciendo que el monólogo de hoy lo había hecho bien, pero yo no puedo hacer lo mismo. Mis principios no me permiten premiar a alguien que piensa de esa manera. Lo haré el día que la vea esforzándose realmente por ello, antes no.

Otra cosa que me molestó especialmente, fue que esta persona considera que navegar por internet es estudiar. Lo siento, pero NO. No voy a negar que hay muchas actividades lúdicas favorecen el estudio y nos ayudan a mejorar (especialmente en el caso de los idiomas). Pero aquí la palabra clave es ayudar; no son ni serán la solución a todo lo que nos haga falta.

No quiero decir que el estudio tenga que ser desagradable, ni mucho menos. Lo que es evidente es que conlleva algún tipo de esfuerzo y eso se nota. Cuando uno escucha hablar sobre un tema que le gusta durante horas, luego se da cuenta de que le duele la cabeza y necesita silencio. Su cerebro está procesando la información y almacenándola; ¡obviamente es un gran trabajo! Pero cuando hacemos algo porque nos gusta -generalmente delante de un ordenador-, la asimilación de información suele ser mucho menor; además, solemos alternar el "estudio" con música, series, vídeos de fondo... pero, ¡eh! ¡Que yo estudio todo el día!

Esta entrada no habla de gente que sea buenísima en algo. Mi objetivo es hacer entender la importancia del esfuerzo diario. Recuerdo un chaval de mi instituto al que le costaba muchísimo estudiar. Sin embargo, era el que más se esforzaba en clase y sacaba muy buenas notas. Para mí, esa es una persona digna de admirar y no alguien que se conforma con salir del paso y tener un título. Señores, el objetivo es tener conocimientos, no tener un documento. Porque sí, en el currículum todo queda precioso, pero es que luego hay que saber usarlo. Yo prefiero mil veces trabajar con alguien que pone buena voluntad y esfuerzo, a alguien que sabe mucho y lo hace a duras penas.

También quería comentar algo muy curioso a lo que le he estado dando vueltas estos últimos meses. El concepto de la pasión. No la pasión romántica, la pasión vocacional. Me he dado cuenta de que las personas que luchan verdaderamente por algo que les apasiona son las que llegan muy lejos. A ti te costará un mes y a él un año, pero al final, el resultado será totalmente distinto. Debemos aprender a vivir lo que nos gusta, vivirlo de verdad y estar orgullosos de lo que podemos hacer.

Me han dicho en alguna ocasión que tengo un alma renacentista, que me gusta abarcar demasiado y apretar poco.  Me gusta ser aprendiz de muchas cosas porque me enriquece como persona y me ayuda a definir quién soy y lo que me gusta hacer. Tal vez nunca lleguemos a ser los mejores en nada, pero siempre nos quedará la satisfacción de decir: "Sé que puedo hacerlo". Deberíamos llevarlo escrito con nosotros. El trabajo duro supera al talento natural.