domingo, 9 de julio de 2017

Blancanieves sobre hielo - Capítulo 4

Capítulo 4

Abro los ojos. Estoy en la enfermería. Nada más llegar, me han examinado el pie y me han dado una ristra de calmantes para tomarme en los próximos días. Me he lesionado el tobillo. Justo en el momento más apropiado.

Por suerte no ha sido nada grave y podré empezar a entrenar en breve; el problema es que la obra es un mes y no van a esperar a que me reincorpore. Realmente, el haberme caído en la prueba ya era un claro indicio de que no me iban a coger. Me da mucha rabia; al despertarme me dijeron que uno de los papeles podría haber sido mío.

Al final, Viktor tenía razón cuando me dijo que sí que valía para la obra. Al final, tener tan pocas esperanzas no me habría servido para nada. Al menos me alegro de poder darle la razón en eso. El problema es que ya da igual, porque no significa nada. Ya no podré formar parte de Blancanieves sobre hielo.

Prefiero no pensar en todo lo que esto significa. Me siento decepcionado y furioso y una parte de mí lucha por no pegarse un tiro. Ya no es por la obra, ni por pasar tiempo con Viktor; es por todo el retraso en mi carrera, todo lo que tendré que recuperar cuando vuelva y la frustración de casi conseguir el papel y quedarme a las puertas. Y ya no es solo eso, sino que me perderé todas las oportunidades para que me vean los ojeadores. Sé que todavía es pronto para mí, que tengo más años para destacar, pero me hacía ilusión que me ficharan pronto y poder quitarme esa preocupación de encima; se ve que esta vez no podrá ser.

Mientras pienso, me doy cuenta de que mi mundo se está cayendo a pedazos, pero no soy muy consciente de ello. O, mejor dicho, no quiero saber todo lo que eso implica. Mi mirada se desliza por la habitación. Después de comprobar que no tenía nada preocupante, me han dicho que descanse toda la mañana en la enfermería mientras me buscaban algo para amparar un poco el tobillo cuando camine. Por lo menos no ha sido tan grave como para tener que utilizar muletas, pero el mero hecho de tener que estar alejado del hielo un par de semanas hace que me sienta vacío y triste.

Cojo el teléfono que está en mi mesilla. Tengo un mensaje de mi madre diciendo que vendrán a buscarme al mediodía. Por lo menos hoy no tendré que volver a casa por mi cuenta y lo prefiero, aunque no sé muy bien cómo voy a mirarles a la cara. Sé todos los sacrificios que están haciendo para que yo esté aquí y solo hace que me sienta peor conmigo mismo.

Entro en la agenda para llamar a Viktor, pero al marcar su número me doy cuenta en seguida de que está comunicando. ¿En qué estaba pensando? ¿Cómo va a contestar durante un entrenamiento? No creo ni que lo tenga encendido. Le dejo un mensaje en whatsapp, resumiendo lo que ha sucedido y me tumbo en la cama para descansar un rato.

——————————————————

Cuando llegó mi madre a recogerme, estaba hecho un manojo de nervios. Empezó a preguntarme efusivamente si estaba bien, pero por mucho que le dijera que sí, seguía insistiendo. El fisio la puso al corriente de la situación y pareció quedarse un poco más tranquila, aunque yo sabía que seguía angustiada por mí. Mientras volvemos a casa en coche, intento distraerme y no escuchar lo que dice. Que si el deporte es peligroso, que si estaban preocupados por mí, que si debería dejarlo… No te preocupes, mamá. A este paso tendré que dejarlo tarde o temprano.

Mi mirada se desliza por la ventana, más allá del horizonte. Tengo el teléfono en la mano, esperando a que suene, esperando a que vibre; esperando. Esperando a tener algún mensaje de Viktor, pero una y otra vez me encuentro con lo mismo: nada. Intento tomármelo con calma y pensar que es normal, pero cada vez estoy más inquieto. Sé que hoy había quedado con él para volver juntos hasta mi casa. Espero que, ya que no voy a poder estar con él, por lo menos no se quede esperando por mí en vano. Tal vez debería llamarle después de comer, por si tuviera el móvil encendido.

Al llegar a casa, desisto de mirar a la pantalla. Pongo el sonido al máximo para enterarme si me llama y me siento en mi cama. Me han dado una especie de tobillera rara que me ayuda a caminar sin mover el tobillo. Es increíblemente incómoda, pero por lo menos sé que es efectiva. Suspiro intentando resignarme. Va a ser un suplicio dormir con esto puesto.

Así, tumbado en la cama, me vienen a la cabeza recuerdos de cuando empecé a patinar. Más concretamente, cuando empecé a patinar. Recuerdo el primer día que les dije a mis padres que quería ser patinador. Al principio se lo tomaron a la ligera, pero me dejaron ir a un gimnasio cercano en el que tenían clases para niños. El tiempo pasó y les demostré que iba en serio, pero nunca tuve claro si ellos se alegraban de mi decisión o no. Siempre me apoyaron, tanto económica como moralmente, pero una parte de mí me susurra que habrían preferido que tuviese un trabajo normal en lugar de aspirar a ser deportista. Molesto por mis propios pensamientos, me levanto y me siento delante del ordenador.

Entro en internet y empiezo a ver vídeos de youtube. Ahora que no tengo entrenamientos, tengo todo el tiempo libre del mundo. Aprovecho para ponerme al día en un montón de temas que tenía abandonados por culpa del patinaje, aunque realmente no me noto con ganas de hacer nada. Debería seguir manteniendo la dieta y mis horarios de sueño, pero tampoco creo que tenga que ser muy estricto si no puedo entrenar de todas formas.

Me paso un buen rato embobado mirando la pantalla, hasta que me sale en sugerencias un vídeo de Viktor. Es el campeonato regional del año pasado, en el que se clasificó para el mundial. Le echo de menos y no puedo de dejar de mirar esa miniatura, sin decidirme a clickar sobre ella.

Sé lo aclamado que fue en ese torneo y lo insignificante que me sentí a su lado. Yo también participé, pero no tuve ni una simple mención. Quedé de los últimos, tan abajo en la lista que dudo que alguien más recuerde que participé allí. Dudo que alguien si quiera me recuerde, en general. Yo no soy como Viktor, yo no tengo fans ni sé lo que es que te vayan a esperar al aeropuerto. Ahora mismo, todo hace que me sienta desamparado del mundo, hasta algo tan obvio como que Viktor ha triunfado y yo no.

Veo que salen vídeos algo más antiguos y acabo clickando sobre uno de ellos, no sé si por masoquismo o por lo nervioso que estoy al no saber nada de él. Viktor parece mucho más joven que ahora; no es que ahora no lo sea, sino que su cara transmite algo diferente. No sabría muy bien por qué, pero tiene un aire más fresco y desenfadado en el vídeo y eso que no ha pasado tanto tiempo. Hasta aquel momento creo que no era demasiado conocido. Tal vez sea por eso.

Aquí fue donde empezó todo. Aquí fue donde empecé a admirarle, a querer seguirle de lejos. De alguna forma, esa sensación no me ha abandonado, porque nunca sé qué espera de mí, de nosotros. Debería hablar con él de lo nuestro, decirle que me siento intranquilo y frustrado… pero también sé que no me atrevo. No me atrevo a decirle que tengo dudas, que estoy preocupado, porque sé que le quitará hierro como siempre; como si negara lo que me ocurre cuando se lo estoy confesando. Y eso me rompería.

Necesito decirle lo que siento y que lo acepte, que esté a mi lado, sin intentar fingir que los problemas no existen y que todo es maravilloso. Estoy comprobando en mis carnes que no es así, que el no saber qué está pasando me está matando y que tengo miedo de perderle. Definitivamente, tengo que hablar con él.

De pronto me doy cuenta de que mis padres llevan todo el día sin hacer ruido. Supongo que no quieren molestarme, pensando en si me habría dormido o no. Estoy tan deprimido que no tengo ganas de hacer nada. Me tumbo sobre la cama y me echo una siesta bastante larga. Todo está tan tranquilo y tan calmado que no parece ni mi casa.

Cuando me despierto, a través de la ventana se cuelan unos rayos de luz anaranjados. Sí que ha pasado tiempo, el suficiente para que empiece a ponerse el sol. Miro el móvil, y veo que Viktor todavía no ha dado señales de vida. Y yo me pregunto: ¿Cuál es el límite de lo establecido para preocuparse? ¿Cuándo sé que me estoy excediendo y cuándo sé que tengo que preocuparme de verdad?

Le llamo otra vez y esta vez me salta el contestador. Cuelgo con el corazón en un puño, lleno de rabia. Sé que es normal. Sé que está entrenando. Pero aun así no puedo dejarlo estar. Necesito hablar con él, necesito escucharle y que me tranquilice, pero no tengo forma de llegar hasta él. Noto como si corriera detrás de él, siempre buscándole y esperando a que se apiade de mí y me haga caso. Me siento una mierda.

Sé que no es su culpa, sé que está justificado, pero no puedo evitarlo. Me da igual que tenga motivos para estar ausente. Me gustaría ver interés por su parte, que me buscase él a mí, que se pusiera a mi lado… pero supongo que eso no va a pasar.

Cansado, acabo bajando a relajarme al onsen. Mi familia vive y dirige unos baños públicos de aguas termales, principalmente para extranjeros, aunque también lo frecuenta gente del barrio. Normalmente no me gusta ir a los baños en sí, porque me resulta incómodo encontrarme con gente que no conozco de nada, pero hoy necesito calma. Siendo la hora que es, espero que no haya nadie. Y efectivamente, la habitación está totalmente vacía cuando llego y aprovecho para dejar que el calor del agua me relaje un poco. Me obligo a dejar la mente en blanco durante unos minutos.

———————————

Mi ansiedad aumenta todavía más al día siguiente. Ningún mensaje. Nada. Ni si quiera ha visto mi mensaje de whatsapp. Intento tomármelo con calma, pero me siento más nervioso que nunca y no se me ocurre a nadie con quién hablar del tema. Decido quedarme un poco más en cama, ya que no tengo que ir al entrenamiento para nada, pero no puedo parar de dar vueltas de un lado a otro. Procuraré pasarme por la tarde para ver cómo le está yendo a Phichit, pero tampoco tengo demasiadas ganas. Tal vez esto es una señal. Tal vez debería hacer más amigos.

Al cabo de un rato me levanto, incapaz de estar en la cama. Desayuno tranquilamente y me voy hasta la parada del bus. Mi madre me ha dado dinero para que vaya en autobús a la escuela, por lo que la idea de encontrarme con Viktor a la salida es prácticamente imposible. Aunque no puedo echarle la culpa. No puedo andar tanto rato seguido con el tobillo así.

Cuando llego al hall del edificio principal, siento que se ha hecho un milagro. Veo a Viktor que está con un grupo de gente que no conozco, incluido el chico rubio que me miró mal durante el casting. Puede que acabe de salir de su entrenamiento a puerta cerrada. Le llamo desde una cierta distancia, ya que no puedo correr y no quiero perderle de vista. Cuando se da cuenta de que soy yo, les dice algo a los chicos y se van sin él, esperándome estático donde estaba.

¡Viktor! ¿Dónde estabas? ¡Te he llamado un millón de veces! ¡Me tenías muy preocupado! — Me sale del alma gritar esto último y a la vez siento que se me quita un peso de encima al verle. Siento el impulso de abrazarle, pero como estamos en público, me obligo a frenarme y me quedo parado de pie a un metro de él.

¿Yo? Entrenando. Estuve esperándote un rato en la salida, pero no venías y los compañeros de reparto me invitaron a tomar algo.

¿Entonces te fuiste por ahí? — Pregunto, incrédulo.

Sí. Como me vieron solo no pude decirles que no y al final me quedé sin batería en el móvil. — Comenta como si nada. — Lo dejé cargando en casa, así que no pude ver tus llamadas. Lo siento. ¿Qué ha pasado? ¿Qué tal el casting?

Antes de contestar a sus preguntas, me quedo un segundo pensando. Con todo lo mal que me lo ha hecho pasar… ¡Ya le vale! ¿Se ha ido a tomar algo con los del reparto? ¿En serio? ¿Tan ocupado está para mí y para ellos no tiene problema en quedar? También me sorprende que nadie más le haya contado lo que ha ocurrido, cuando toda la escuela está hablando de mi caída. Me cabrea mucho, pero antes de soltarle todo esto, tengo que contarle lo que me ha pasado.

Ha sido horrible. Ya no solo no me han cogido… — Dudo unos instantes antes de completar la frase. — Me he lesionado. El tobillo. No creo que pueda patinar hasta dentro de una semana o dos

Se me queda viendo, totalmente quieto.

¿Qué? ¿Te has lesionado? — Dice todavía perplejo.

Sí. — Admito con cierta vergüenza. — Me caí en un salto. Yo tampoco sé lo que ha pasado. — Bajo la cabeza al notar su cara de asombro. No quiero que vea lo afectado que estoy por mi propia ineficiencia.

Eso es terrible. Si lo llego a saber habría ido a verte en seguida. Lo siento mucho, Yuri. ¿Cómo te encuentras?

Parece realmente preocupado, pero ahora mismo me da igual. Siento que no se ha preocupado por mí. Sí, lo siento. Eso es lo que me he estado diciendo a mí mismo estos días. Lo siento, Yuri. Eres imbécil y te has cargado tu futuro. Pero tú tranquilo, ¿eh? Que ya te aparecerá otra cosa. Definitivamente, soy imbécil.

Noto que Viktor también tiene el impulso de acercarse a mí y abrazarme, pero le paro con una mano. No quiero hacer esto aquí y encima tener que aguantar rumores y cuchicheos.

No te disculpes. No es culpa tuya. — Comento, también para evitar que se me acerque. — Lo único es que ya sí que es imposible que patine contigo. — Digo muy bajito, casi sin mover los labios.

Intento hablar sin que se me quiebre la voz, pero sé que por mucho que lo intente, se nota que prácticamente estoy llorando. Hasta este preciso momento, no era consciente de lo que me ha afectado la caída a nivel emocional. Ya no es solo tu futuro, Yuri. Tu relación con Viktor también se está hundiendo poco a poco y no sabes cómo evitarlo.

Es una lástima. — Repite, ignorando lo que le acabo de decir.— Me habría gustado estar contigo.

Y a mí. Pero no tenías tiempo. — Digo con un toque amargo. Es una mera observación objetiva, pero está cargada de resentimiento. Y lo sé. Y lo sabe.

Levanta una ceja, como preguntándose que de qué voy, pero no dice nada.

No podía decir que no y sabes que no tengo elección con los horarios. — Dice acariciándome el pelo. — Procuraré tener el móvil cargado la próxima vez.

No es eso. No es por el móvil. — Digo todavía molesto. — Es que parece que el tiempo nunca te llega para mí. Podría haberme muerto en el hospital y ni te habrías enterado.

Viktor nota que el ambiente ha cambiado radicalmente y aparta la mano de mí. Y ahí está. No sé si son los calmantes, la rabia acumulada o la tensión de no saber qué estaba pasando, pero me noto sincero. Sincero en el mal sentido; esa sinceridad con la que podrías arrancarle la cabeza a alguien y sentirte poderoso y reafirmado al hacerlo. Esa sinceridad cargada de resentimiento. La sinceridad más hiriente de todas.

Ibas a una prueba, no pensé que fuera tan importante.

¿Solo una prueba? ¡Era muy importante para mí! — Esta vez sí que estoy molesto. Para él, la obra no importa, porque ya está dentro de ella, pero para mí significaba un cambio radical. Me jugaba mucho en solo una prueba y esperaba que me apoyase. Debería haber adivinado que él no lo vería así. Sencillamente, no puede verlo así.

Preferí no molestarte porque pensé que te pondría más nervioso. Y los del equipo teníamos hambre. Llevábamos horas patinando sin parar, escuchando a Yakov y a Lilia echándonos la bronca todo el rato. Fui a esperarte un rato al camino, pero cuando se dieron cuenta de que estaba solo, me invitaron a cenar. ¿No crees que es lógico que les dijera que sí? Fue solo una cena.

Noto un calor interno que empieza a subir y a subir. No me entiende. No entiende nada y no creo que pueda hacérselo ver. Siento como si me hubiese relegado a un segundo plano y me duele ver que le da igual. Antes de que me de cuenta, los celos se apoderan de mí y ya no puedo volver atrás.

¿Y por qué no es lógico que sea conmigo?

Y ahí está, otro hachazo. Noto algo ardiendo dentro de mi, revolviéndome las entrañas sin parar. Como si todo lo que fuera a soltar ahora lo llevase cargado a las espaldas y ya no pudiera más. No queda mucha gente en los pasillos, pero la poca que hay, se nos queda mirando, adivinando lo que se avecinaba.

No estás en el reparto. — Dice molesto. — Y te recuerdo que eres tú el que no quiere que nadie sepa que estamos juntos. Si fueras oficialmente mi novio, tal vez alguien me habría dicho lo que te había pasado y habría ido a verte a la enfermería. Pero no, para todo el mundo soy tu amigo o ni si quiera eso. ¿En serio esperas que la gente reaccione tal como quieres sin dar nada a cambio? Eso es muy infantil.

Me quedo estupefacto en el sitio. No me lo puedo creer. ¿Me está echando las culpas? Después de desaparecer durante horas, dejarme con el corazón en la mano temblando de miedo, ahora me llama infantil a la cara. Porque para él no soy más que un crío caprichoso. Probablemente no pretendía decirme nada malo, pero me siento atacado. Me da igual que sea Viktor, ¿quién se ha creído que es para insultarme? Noto el calor agolpándose en las mejillas.

No sé qué pensarán de ti los que vayan contigo de juerga. Ah, no, que somos patinadores. Se supone que nosotros no deberíamos salir de fiesta. — Le ataco por otro lado. La verdad, ahora mismo ni si quiera soy consciente de lo que digo.

Ah, ahora es eso. Estás celoso de que a mí me vaya bien y a ti no. — Dice mirándome con pena. PENA.

Odio que me miren con lástima, como si mereciese estar en una posición inferior y sintieran compasión hacia mí. Estoy llegando a mi límite y no sé qué va a pasar cuando lo cruce.

¿¡Qué!? ¿¡Por qué iba a estar celoso de ti!? — Grito indignado. Si alguien no nos estaba mirando, ahora mismo, seguro que lo está.

Porque soy un patinador profesional. — Me dice con su mirada clavada en la mía. — Un patinador que no necesita ojeadores para vivir de ello. Y tú acabas de perder la oportunidad de tu vida y probablemente no vuelvas a tener otra.

Ahí está. Esa dosis de sinceridad que yo tanto buscaba. Era lo que querías, ¿no, Yuri? Esa parte oculta de Viktor que sabías que existía. Lo que siempre veías a través de sus palabras de ánimo. En ningún momento ha creído en ti. Solo te apoyaba por afecto, no por talento. Lo que no esperabas… era que fuera a clavarte un puñal en el pecho y ensañarse con la herida.

Las palabras de Viktor me han sentado como un puñetazo en el estómago; tengo ganas de vomitar y me siento mareado. Noto que las lágrimas se agolpan en mis ojos, pero lucho por reprimirlas. No pienso dejar que me gane. No de esta manera.

Al menos yo no abandono a la gente que me importa por una estúpida obra de teatro. — Le recrimino con rabia. Ahora mismo todas mis palabras van cargadas de veneno y me da igual.

¿Abandonar? No. Estaba ocupado y te dije que iba a estarlo.

Ocupadísimo. — Digo en tono burlón, mucho más alto de lo normal. La gente empieza a arremolinarse y cuchichear.

Pues sí, ocupadísimo. ¿O qué te crees? ¿Que el patinaje profesional es tener casi todo el día libre? Pues no. Son jornadas intensivas.

Los patinadores tienen una vida más allá del hielo. — Le espeto con resentimiento.

Si fuésemos patinadores, dudo mucho que tuviéramos mucho tiempo para estar juntos. — Me dice como si estuviera soltando algo obvio.

¿Por nuestras rigurosas rutinas? — Afirmo de nuevo, dolido y enfadado.

Pues sí. — Dice con su tono frío de antes. — Y es algo que un simple amateur jamás podrá entender.

Ya está. Esta es la gota que ha colmado el vaso. Siento que una parte de mí a llegado al punto de no retorno. ¡Me ha llamado amateur! ¡Como si nunca hubiese competido contra él! Bueno, como si nunca hubiese competido contra nadie en general. Sí, me ha ganado, pero eso no me convierte en un mero aficionado. Noto que me hierve la sangre y a partir de este momento, dudo que pueda controlarme.

¡Deja de tratarme como si fuera una mierda!¡YO COMPETÍ CONTIGO! ¡NO SOY UN MALDITO AMATEUR! ¡Y SI NO LO ENTIENDES, ES QUE NI SI QUIERA ME CONOCES!

¿Tratarte como a una mierda? ¡JA! ¡Como si no me hubiese esforzado por hacerte sentir a gusto conmigo! — Dice alzando la voz mucho más de lo normal, como si hubiese explotado.— ¡Como si nunca me hubiese esforzado en darte confianza! Pero, ¿sabes qué? ¡No te la mereces! ¡Porque la gente como tú nunca logra nada en la vida!

¿ME ESTÁS LLAMANDO INÚTIL?

¡Eres un ingenuo que se cree que todo le va a salir bien! ¡Además, siempre que hemos estado juntos me has rechazado de todas las formas posibles! ¡Dudo que ni si quiera te guste!

¡CLARO QUE ME GUSTABAS!

¡PUES ME SIENTO USADO! — Me grita más fuerte que antes, con las lágrimas cayéndole por las mejillas. — ¡COMO SI SOLO TE HUBIESES ACERCADO A MÍ POR LA FAMA!

¡Me acaba de llamar APROVECHADO con toda las letras! Sé lo que estoy a punto de decir y no va a ser agradable para nadie. No estoy tan fuera de mí para no razonar lo que digo, pero una parte de mí me empuja a hacerlo. Me repito la frase varias veces, sin saber muy bien si seré capaz de pronunciarlo o no. Hazlo — Me susurra mi yo interno— Hazlo y acabemos con esto de una vez.

¡SI ESO ES LO QUE PIENSAS DE MÍ, NO VUELVAS A HABLARME EN LA VIDA!

Y así es como se destruye un sueño, un amor, un héroe. Cojo la alianza de Viktor; ese anillo que tanto significó para mí. Me lo regaló al poco tiempo de salir juntos y siempre lo he llevado encima de forma disimulada. Lo miro y no veo más que una mentira materializada en un trozo de metal. Siento rabia, asco y odio, todo la vez. Sé que le voy a destrozar. Sé que no hay vuelta atrás, pero ya no puedo más. Se acabó.

Cojo el anillo en mis dedos, siento el frío del metal en las yemas. Lo agarro con todas mis fuerzas y lo golpeo contra el suelo, haciendo un sonido metálico ensordecedor. Viktor me mira estupefacto, sin a penas cambiar la expresión de su cara. No se lo esperaba, ni él ni nadie. El hall se ha quedado en completo silencio, como si respirar fuera a empeorar el momento. Está dolido, más dolido de lo que me imaginaba.

Muy bien. — Dice en un tono seco, casi inexpresivo, después de haber estado unos segundos en silencio. — Hemos terminado.


Viktor se dirige a la salida, se saca su anillo, abre un cubo de basura y lo tira dentro, yendo hacia clase sin mirar hacia atrás un solo instante. Todos me miran, sin saber qué hacer y yo solo tengo un impulso. Echo a correr, con el tobillo dolido y todo, sin importarme una mierda si volveré a caminar bien o no. No siento el dolor, no siento nada. Y de camino a casa, me echo a llorar en el primer sitio sin gente que encuentro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Con un comentario ayudas a que el blog crezca. No olvides ser siempre respetuos@ con los demás =))

Plantilla hecha por Neko-li