El ovillo de lana de Umiko: Reflexiones de fin de semana

¡Hola~!

Últimamente he estado muy desaparecida de las redes sociales en general. No es que no las visite ni que no mire lo que hace otra gente. Sencillamente no me apetece comentarlo. Ayer, tuve un mal día. No mal día porque me pasase nada, sino mal día de que parece que las cosas no van bien, que uno sabe que necesita cambiar algo, pero no consigue hacer "click" en su cabeza para que todo empiece a funcionar. 

En cierto modo, este blog se está volviendo cada vez más personal. Siento que, aunque quiero seguir escribiendo reseñas, cada vez el canal de youtube tiene más terreno en cuanto a lo que anime/manga se refiere. Ya no es solo el tiempo; también noto que cada vez disfruto más haciendo vídeos, mientras que escribir se ha vuelto algo más privado, más personal. Tampoco sé cómo llevaré las cosas una vez me gradúe y, con suerte, encuentre algún trabajo. Parece que todas esas cosas están muy lejos, pero en el fondo, siento que están a la vuelta de la esquina.

Estos últimos días he estado reflexionando mucho sobre mi vida. Parece que los recuerdos me asaltan por momentos: cosas que hice, cosas que dije, cosas de las que me arrepiento, cosas de las que me alegro... pero al final no dejan de ser lo mismo; recuerdos, memorias, imágenes. Es como si tuviese flashbacks por momentos, como si estuviese narrando mi historia y, sinceramente, no me acaba de gustar la sensación. Me gustaría ser capaz de vivir el presente de forma más real, de disfrutar cada día y observar las pequeñas cosas; pero sé que no pasa, porque mi rutina se ha vuelto tan ajetreada últimamente que controlo hasta mi tiempo de descanso. Y lo odio.

Odio sentir que tengo que medir el tiempo. Odio tener que pensar qué tengo que hacer. Por una vez me gustaría olvidarme de las preocupaciones y las obligaciones y hacer lo que me apetece ese día... Pero estando tan cerca la graduación, no puedo permitirme esos lujos y siento rabia de no hacerlo. Ojalá fuera tan fácil como cumplir con tus obligaciones y ya. Siempre hay más. Cada vez que acabas de hacer una cosa, ves que tienes una pila detrás y, precisamente, esa sensación de nunca acabar es lo que me está matando por dentro.

Estos días he salido mucho a andar. Me gusta hacer varias rutas por el monte, alrededor de mi casa. Siento que me despeja, me ayuda a pensar mejor y a la vez, me aparta un poco de mi vida cotidiana. Yo misma me sorprendo de lo mucho que cambian las vistas de la ciudad moviéndose solo unos metros. Y es que es eso, que a veces necesitamos diversidad, otros puntos de vista. Creo que todos necesitamos esas etapas de soledad, en las que disfrutamos sencillamente de no hacer nada. Debería procurar hacerlo más veces, porque siento que me ayuda mucho.

En el fondo creo que toda mi inestabilidad emocional de ahora mismo es precisamente por no poder gestionar mi vida, por no poder decidir y por no poder liberar todo lo que siento. La música, el dibujo, la escritura... todo eso me ayuda a sacar cosas poco a poco, pero a veces necesitamos llorar, llorar a moco tendido y sacar todo fuera. Si algo he aprendido en todo este tiempo es que fingir que estás bien o intentar autoconvencerte de ello solo hace más daño. Quiero ser capaz de liberarme, sentir el dolor y salir de él, sin retorcerme ni regocijarme en él.

Por otra parte, uno de los motivos de que me apetezca escribir hoy es que me he vuelto a aficionar a una youtuber. No voy a decir quién es, pero el caso es que es de esas personas a las que sigo, dejo de seguir, sigo, dejo de seguir y así continuamente. Se ha mudado hace unos meses con su pareja y ha hecho varios vlogs enseñando cómo era el proceso de independizarse y tal. Creo que hacía mucho tiempo que no sentía tanta empatía con otra persona.

Viendo algunos vídeos desahogándose, de hace ya algún tiempo, me he sentido muy identificada con ella, con su dolor, con su transición. No lo dice abiertamente, pero su ambiente parece parecido al mío y ver que otra persona ha pasado por lo mismo que tú y que ha encontrado su lugar en el mundo siempre me da algo de ánimos. En el fondo, yo también espero con ganas el día en el que pueda valerme por mí misma, coger mis cosas y tener mi hogar. Y con hogar no quiero decir familia; quiero decir un sitio en el que esté a gusto, en el que pueda decidir hacer las cosas a mi manera y tener mi espacio. 

Y sí, sé que parecerá una tontería, pero una de las cosas que más ganas tengo de lograr en mi vida es poder tener un gato. Llevo queriendo tener uno desde que era pequeña, pero mis padres siempre han sido muy estrictos con lo que se refiere a tener animales dentro de casa; justo lo que a mí más ilusión me hacía. No les puedo culpar por ello, pero a la vez, siento que ese no es más que otro ejemplo de lo diferentes que nuestros valores.

Para mí la vida es una cuestión de prioridades; uno elige qué es más importante para él y luego monta su vida basándose en esa idea. Reconozco que soy una persona muy egoísta; lo único que quiero ahora mismo es poder seguir adelante y dejar atrás todo lo que me frena, todo lo que me limita.

No sé cómo será mi vida dentro de unos años; por ahora siento como si estuviera aguantando y esperando, buscando el camino que quiero seguir para poder quitarme algunas cargas de encima. Tal vez lo que me espere sea peor. No lo sé. Pero sea lo que fuere, espero que al menos me traiga algo bueno.

Pd: siento la pedazo chapa de hoy, pero me apetecía hablar a secas. Un beso.