Un día para recordar

¡Hola~!

La verdad es que ayer fue un día bastante especial. No suelo contar cosas de mi día a día en mi blog, pero creo que merece la pena que comparta esta pequeña historia con vosotros.

Ayer, me llamó mi profe de canto para ir a una feria medieval que se celebraba en una pequeña ciudad colindante. El día anterior no había podido ir con ellos (se celebraba otra) porque me habían avisado con poca antelación y tenía ciertos compromisos pendientes. En parte sabía que estaba enfadado conmigo. Nunca lo dice abiertamente, pero se le nota en la forma de actuar. Esta vez iban a ir mucho más tarde, así que después de solucionar unos asuntos, nos fuimos.

La feria medieval en sí no tenía muchos puestos. Nada más llevar aprovechamos para visitar una iglesia y una catedral bastante grande que había en la ciudad. Una de las alumnas que iba con nosotros se puso a cantar un trozo del ave maría, y una señora mayor empezó a echarle la bronca. No entiendo por qué.

Después pasamos a ver los puestos. En una pequeña plaza, había una poca gente, pero la mayoría iba de paso. Empezamos a canturrear alguna cosa por lo bajo, y mi profe se enfadó con nosotros porque "para cantar mal, no lo hagáis". Entonces empezamos a cantar de verdad, un poco más alto y la gente de la calle se giraba para mirar. Después de dar unas cuantas notas, nos disponíamos a irnos, cuando un señor que formaba parte de la organización nos ofreció unas bebidas por haberles amenizado un rato.

Ni mi profe ni los demás quisimos aceptarlo porque no era necesario, lo habíamos hecho por hacer, pero el señor insistió en tomar el número de teléfono para llamarnos el año que viene. A ver si es verdad.

Más tarde subimos colina arriba y llegamos a otra iglesia (sí, debe de ser la ciudad de las iglesias). En el atrio estaba tocando un grupo de folk portugués y nos quedamos escuchando todo el concierto. Me gustó mucho el grupo, porque se notaba que estaban coordinados y eran buenos músicos. Mi maestro empezó a hacerme señas y fue corriendo a hablar con ellos nada más terminar el concierto.

En cierto modo lo veía venir, sobre todo cuando vi que empezaba a cantar porque sí. Cuando terminó, vino a buscarme para que les cantase algo. La verdad es que no me sentía nerviosa, pero me temblaba bastante la voz. Me costó un poco controlarla y notaba que me faltaba el aire a veces.

Cuando cantas al aire libre para un grupo grande de gente, hay que tener cuidado con la resonancia. Quiero decir, si te falla el apoyo o la respiración, cuesta mucho más proyectar. Mi profe dijo que lo hice bien, pero yo notaba los fallos por dentro. Tengo que ir controlando más esas cosas, sobre todo cuando no hay micro.

A los chicos del grupo les gustó mucho nuestra "pequeña actuación" e intercambiamos nuestros teléfonos y CDs. La verdad es que sería genial poder hacer una colaboración con ellos. No sé si realmente llegaremos a hacer algún proyecto, pero es algo que me haría crecer mucho.

Por lo demás, dimos una vuelta más por los alrededores y decidimos volver a casa. Fue un plan totalmente improvisado, pero lo cierto es que lo pasé muy bien. Me gusta pensar que, cuando cantas de forma desinteresada, solo por el gusto de hacerlo, la gente lo ve y lo disfruta de la misma manera.