Empiezo
a pensar que lo de dormir mal antes de un día
importante se está volviendo algo crónico. El entrenamiento de ayer
fue un completo desastre y he sido incapaz de dormir más de quince
minutos seguidos. Me levanto como un alma en pena, sabiendo que voy a
estar todo el día molido por el cansancio. Lo bueno es que al menos
esta noche podré descansar
como nunca.
Esta
vez no me quise arriesgar; ayer puse tres alarmas para levantarme con
tiempo, desayunar como es debido e ir a la pista temprano. No me
puedo permitir
que me vuelva a quedar dormido. La idea es poder calentar antes de la
prueba, pero sin que sea demasiado tiempo como para estar cansado. Me
preparo cuidadosamente y empiezo a caminar hacia la escuela. Cuando
llego al recinto, lo primero que hago es empezar a estirar en tierra,
tratando de relajar todo el cuerpo. Va a salir bien, Yuri, va a salir
bien.
¡Por
favor!
¿A quién pretendo engañar? Estoy hecho un manojo de nervios y no
confío para nada en que salga bien. No puedo pensar con claridad y
mi cabeza va a toda velocidad, tratando de recrear la forma correcta
de hacer los saltos. Siempre me han dicho que soy muy
derrotista,
pero no consigo ver cómo va a salir bien. De pronto me doy cuenta de
que no he visto a Viktor en la pista. Levanto la cabeza mientras
estiro las piernas y le busco con la mirada. No está.
Definitivamente no está.
Me
siento decepcionado. Una parte de mí
esperaba que hubiese tenido el detalle de venir a verme, de animarme,
de tranquilizarme un poco… y entonces recuerdo lo que me dijo ayer:
“Lo único es que… es verdad lo de que nos veremos poco”. No sé
qué narices estaba pensando. Me lo dijo ayer mismo; casi no nos
vamos a ver. Probablemente ya estará entrenando en otra pista con el
resto del reparto y no tendrá tiempo de venir a verme. Aun
así,
me habría gustado que estuviera aquí.
Cojo
un segundo el móvil
para ponerlo en silencio y veo el último mensaje de Viktor de ayer.
“Buenas noches, cielo. Buena suerte en tu prueba”. De alguna
forma, y aunque prácticamente lo había olvidado, es como si ya me
hubiese dado ánimos por adelantado. Viktor confía en mí. Si él
confía en mí es porque sabe que puedo. Tengo que confiar en su
criterio y creer en mí también. Aunque me cueste
horrores.