Capítulo
2
Al
salir de la reunión,
el gimnasio se quedó prácticamente vacío. Yo tardé algo más en
salir que los demás, porque todavía estaba intentando hacerme a la
idea de todo lo que iba a tener que hacer para conseguir uno de los
papeles principales en la obra. Yakov nos dio una lista con todos los
saltos que tenemos que realizar a la perfección si queríamos tener
alguna posibilidad; y ahí está mi mayor problema: el triple lutz.
Llevo
intentando hacer ese salto desde que empecé
en el mundo del patinaje, pero nunca he conseguido hacerlo del todo
bien. El triple lutz es un giro de tres vueltas y media, en la que
inicias el salto de espaldas, das tres vueltas en el aire y vuelves a
caer en la misma dirección. En los entrenamientos consigo aterrizar
como es debido algunas veces, pero soy consciente de que es inviable
intentar hacer una coreografía en la que esté incorporado. La
audición
tendrá lugar muy pronto, por lo que ya me puedo esforzar para
intentar que me salga lo mejor posible. Me gustaría conseguir el
papel protagonista junto a Viktor, o, por lo menos, uno de los siete
enanitos. Así tendría alguna posibilidad de que algún ojeador me
viera y me fichara para la universidad. Todavía es pronto para mí,
pero tengo que empezar a trabajar ya, si quiero poder alcanzar a
Viktor algún día. Aun así, sé que las posibilidades son pocas.
— …ri…
Yuri — escucho que una voz me llama.
Y
al girarme veo a Viktor, mirándome
perplejo por mi falta de atención. Lleva todavía la ropa de
deporte, por lo que la charla le ha debido pillar durante su
entrenamiento de por la tarde. Para ser sincero, ni si quiera me
había dado cuenta de que estaba detrás de mí. Me extraña verle
todavía en el gimnasio porque se supone que tiene clases a esta
hora. Se supone.
— Viktor,
¿no
tienes clase?
— Yakov
nos ha dicho que los de tercero podemos saltarnos
las
de la tarde
hasta el día del musical. Nos van a dar unos justificantes a los que
tengamos los papeles principales de la obra. Por lo visto quiere que
estemos en plena forma para los ojeadores, especialmente los que se
van a graduar, y me ha dicho que me quiere como protagonista. Va a
ser duro preparar la obra si no tenemos tiempo para entrenar y
ensayar, ¿no crees?
— Sí,
muy duro… — Contesto desganado.
— ¿Crees
que me pega el papel de protagonista? — Sigue preguntando, pero en
el fondo no quiero contestar a esa pregunta.
Lo
que me preocupa es que ya lo han anunciado. Sabía
que le darían el papel a Viktor, pero no
me esperaba que lo
dijesen
tan pronto. No. No solo ha anunciado públicamente
que quiere a Viktor como protagonista, sino que prácticamente le ha
prometido el papel. A estas alturas y sabiendo lo que nos conoce
Yakov, es posible que ya tenga un ranking
mental en el que tenga seleccionados a cada uno de los patinadores
para la obra. ¿Y
si ya no tengo nada que hacer? ¿Y si todo lo de las pruebas es solo
una cortinilla de humo para no ofender a los que no están
seleccionados? No entiendo por qué nos tienen que hacer perder el
tiempo si ya saben a quién quieren en cada papel y
la idea de preparar el casting
para nada me parece estúpido.
— Yuri,
lo harás
muy bien. — dice Viktor, casi leyéndome la mente — Eres uno de
los mejores patinadores del instituto; seguro que te dan uno de los
papeles principales.
Siempre
he creído que las personas privilegiadas, como Viktor, no pueden ver
las cosas como alguien como yo. Cuando todo lo que haces te sale
bien, es muy fácil desearle suerte a los demás, porque esperas que
les vaya tan bien como a ti. Pero la realidad es algo muy distinto.
Cuando sabes que puedes fracasar, las cosas se ven muy distintas. Es
más, diría que hay veces en las que sabes
que vas a fracasar y los ánimos de los demás no suenan para nada
sinceros.
— Si,
ya…
como que no está todo el mundo deseando justo el mismo puesto que
yo.
— Ellos
no patinan como tú.
— Dice
acercándose más a mí. — No
deberías menospreciarte tanto. Para empezar, no estarías en esta
escuela si no tuvieras algo que merezca la pena. Además... — dice
inclinándose ligeramente sobre mí — cada vez que estás en la
pista no puedo apartar los ojos de ti.
Me
sonrojo durante unos instantes, pero procuro quitarle peso al asunto.
— Déjalo.
Seguro que ya sabe a quién quiere para cada papel.
— No
seas así.
— Me acaricia la mejilla suavemente — Odio cuando te pones tan
pesimista. Sabía que me quería a mí de príncipe y por eso me lo
ha dicho. Si hubiese decidido a todos los demás, ya no tendría
sentido hacer pruebas.
— Seguro
que se queda con uno de los de tercero para hacer de Blancanieves.
—
Digo casi sin darme cuenta.
— O
no. Yo creo que la disciplina y el trabajo duro son importantes. Es
posible que elija
a alguno de primero. Como tú.
— Seguro
que sí.
— Contesto de forma irónica. — Como si el idiota de Yakov
pudiera elegir bien.
— Tampoco
hace falta ponerse así.
— Dice algo molesto al principio, pero luego su gesto cambia y
sonríe ampliamente. Puedo
ver en sus ojos un leve brillo de maldad.
— ¿Estás celoso?
— ¿Qué?
¡No! ¿Cómo voy a estar celoso? ¿Y de quién? — Nada
más cerrar la boca me doy cuenta de que he
hablado demasiado rápido, atropellándome a mí mismo y veo a Viktor
conteniendo una carcajada.
— Perdón,
perdón. — Dice
todavía riéndose entre dientes. — Por un momento me pareció que
me querías solo para ti.
—Y
así
es.
— Ya,
pero no es lo mismo estar como estamos ahora a verme patinando con
otros. Imagínate
que te toca el papel de bruja. Eso sí que sería irónico.
En
parte sé
que tiene razón y que todo es una tontería. Pero me niego a
dársela. No puedo dejar de pensar en lo inseguro que me siento al
ver que Viktor va a estar con otra gente y que pueda llegar a
olvidarse de mí. Me fastidia que sea perfecto en todo, en especial,
en saber todo lo que pienso y saber cómo tratarme. Esta vez no le
daré esa satisfacción.
— Pues
no, no estoy celoso.
— Mejor.
Porque no tienes por qué.
— La mano de Viktor se desliza por mi pelo, con un gesto entre
cariñoso y sensual. — Porque sabes no puedo apartar los ojos de
ti.
Y
entonces me besa. Un pico corto, breve y casto, pero que me hace
recordar los besos del día
anterior. Me fastidia que tenga que ser cariñoso conmigo y que todo
lo que haga sea justificable y comprensible. Siento que, dentro de él
hay cosas que sabe que son ciertas y que no me las quiere decir por
no herirme. Por una vez me gustaría que me mirara a los ojos y me
dijera lo que verdaderamente piensa. Aunque bueno, eso es casi
imposible.
— ¿Volvemos
a casa juntos?
—————————
Viktor
y yo vivimos en zonas separadas, pero el camino de vuelta es el mismo
hasta la mitad. Al empezar a andar, se forma un silencio incómodo
entre nosotros que no soy capaz de romper. Hay muchas cosas en el
aire y el no saber qué va a pasar me pone de los nervios. Ya queda
poco para que cada uno vaya por camino diferente para volver a casa y
parece
que los segundos se hacen eternos. Sé que tengo que decir algo. Algo
que nos haga volver a hablar y compartir cosas; pero no encuentro ni
la motivación, ni las ganas ni el tema del que hablarle. Y casi sin
darme cuenta, llegamos al punto en el que el camino se bifurca y me
doy la vuelta para irme, casi sin mirar a Viktor.
— Hasta
mañana.
— Me dice
desde el camino,
sin intentar ir detrás de mí.
De
camino a casa, me quedo pensando en todo lo que me
ha pasado hoy
Sé
que Viktor tiene razón en muchas cosas; en todas, prácticamente. Sé
que tiene mucha fe en que pueda lograrlo, pero otra parte de mí se
pregunta hasta que punto esa fe es real y no mera esperanza. Querer a
una persona significa, entre otras cosas, quererla y aceptarla, pero,
en
cierto modo,
también tendemos a idealizarla. En mi caso, sé que siempre he
tenido a Viktor en un pedestal
del que no lo puedo bajar y en el que tampoco puedo subir. A
la larga, sé que no es algo sano, pero la tarea no es nada fácil.
Tengo que transformar a mi dios en un humano y no sé cuánto tiempo
puede llevarme eso.
Cuando
llego a casa, subo a mi cuarto, sin hacer mucho caso a mis padres.
Como de costumbre, ellos ya han cenado y me han dejado un plato para
que me caliente en el microondas. Otra de las cosas malas de mi nueva
rutina es que ya casi nunca como ni ceno con mi familia. Entre
semana, a penas los veo a la hora del desayuno, y por la noche, llego
bastante tarde, lo justo para tomar algo, hacer los deberes y
acostarme. Necesito distraerme y relajarme un poco, por lo que pongo
la tele mientras ceno. Es imposible. No paro de darle vueltas a lo de
la obra. La
audición es
en dos días.
Tengo que prepararme como es debido, pero dudo que pueda mejorar en
tan poco tiempo.
De
pronto me doy cuenta de que no he visto el móvil
en todo el día. Al
encenderlo, veo en la pantalla que Phichit
me ha mandado un mensaje; no lo he leído,
pero ya me supongo de qué trata. Seguro que quiere comentar los
últimos disparates de Yakov, como de costumbre. Abro el chat sin
fijarme mucho en el resto de notificaciones.
“Oye,
Yuri ¿te has enterado de lo de la obra? ¡Es una pasada! ¿Te
apetece entrenar conmigo mañana? Me vendría bien que me ayudaras
con el triple axel”.
Mi
primera reacción
es negativa y casi le pongo un simple “no” en el chat. Pero
pensándolo mejor, hace mucho tiempo que no estoy con Phichit y me
podría ser de gran ayuda para trabajar el triple lutz. O
eso, o al menos para no comerme mucho la cabeza cuando entrene.
Además,
no me vendría nada mal tener algo de compañía para variar.
“Vale.
Quedamos a las 8”. — Le respondo y dejo el móvil en la mesilla
mientras me voy a asear.
Sé
que quiero algo de tiempo para entrenar solo, por lo que es mejor que
no quedemos a primera hora. Así de paso podré ir relajándome un
poco mientras hago el calentamiento. Me gusta estar con la gente,
pero a veces también necesito mi pequeña parcela de soledad. Es
como si me gustase estar solo, pero a la vez necesitase algo de
contacto con el exterior. De todas formas, creo que es mejor así;
supongo que me encontraré con Viktor a primera hora y tampoco quiero
tener que darle explicaciones. Aunque bueno, tampoco sé si me las
pediría llegado el caso.
Después
de un rato perdiendo el tiempo, me decido a irme a la cama. Cuando
estoy ya metido entre las mantas, cojo el móvil para poner la alarma
y veo que Viktor me ha mandado un mensaje: “Buenas noches, cielo”.
Todavía
no me acostumbro a que me hable de esa forma, aunque solo sea por
escrito. En persona procura evitar decirme esas cosas porque sabe que
me da vergüenza, pero cuando me manda mensajes siempre es más
cariñoso. Me quedo unos instantes viendo su mensaje, pensando si
debería poner algo parecido en la respuesta. Después de escribir y
borrar la frase varias veces, al final decido mandarle “Buenas
noches a ti también…”. Me quedo mirando mi propio mensaje un par
de segundos y entonces decido añadir “… Vicchan”. Le doy a
enviar sin pensármelo mucho. Sé que a él le gusta mucho que le
llame así, pero me da mucha vergüenza.
Al
cabo de unos segundos, me llega un emoticono con corazoncitos y un
último
mensaje: “Eres
adorable.
Hasta mañana”. Decido dejar el móvil sobre la mesilla otra vez,
sin decirle nada más. Por mucho que me cueste decirle estas cosas,
cada vez que veo su reacción me alegro de haberlo hecho. Me tumbo
sobre un costado y me dispongo a dormir.
A
pesar de lo contento que me quedé
al darle las buenas noches a Viktor, me siento muy incómodo. Me
imagino su cara de felicidad al ver que le demuestro mi cariño, pero
se entremezcla con las preocupaciones que tengo sobre la obra.
Empiezo
a dar vueltas en la cama de forma inconsciente, sin encontrar una
postura en la que me sienta cómodo. Estoy inquieto y no puedo
dormir, pero sé que es todo por la obra de teatro. No sé cuántas
horas pasaron ni cuánto he dormido. Solo recuerdo la sensación de
intranquilidad oprimiéndome el pecho.
—————
Cuando
miré
el reloj al día siguiente casi me da
un síncope. Llegaba tarde. Muy tarde. Tan tarde que tuve vestirme a
la velocidad del rayo y salir corriendo sin desayunar. No suelo
quedarme dormido casi nunca, pero en momentos de tensión, me ocurren
este tipo de cosas. Maldigo por dentro lo mal que sé llevar las
situaciones de estrés y me marcho corriendo hacia la escuela,
esperando no llegar cuando todo haya acabado.
Cuando
estoy a punto de entrar en el pabellón
de deportes, veo a un grupo de gente saliendo del recinto, entre
ellos Viktor. Sé que no me ha visto y, aunque no sé por qué se ha
ido, dudo que vaya a volver hoy. Esto me pone todavía más
intranquilo de lo que ya estaba. Al
entrar en la pista no veo a Yakov ni a algunos de los patinadores de
segundo. Me pongo a estirar en una esquina tratando de relajarme y
concentrarme. Me noto agotado de no dormir bien y me ruge el estómago
de no haber comido nada. A lo mejor debería haber llegado más tarde
y haber tomado algo algo por el camino, pero estaba tan histérico
que no me paré a pensar dos veces. Cuando voy a entrar a la pista,
noto que alguien se acerca a mí:
— ¡Yuri!
¡Cuánto tiempo!
— ¡Hola,
Phichit!
Había
llegado antes de la hora acordada, pero bueno, ahora mismo tampoco es
que me moleste demasiado. Además, Viktor se ha ido, así que mi
preocupación de desencadenar una situación incómoda se ha
esfumado. Entro en el hielo y empiezo a deslizarme lentamente para
acostumbrarme a él y entrar
en calor.
Phichit
se pone a patinar a mi lado.
— ¿Qué
tal? ¿Cómo ves lo de la obra?
— Bufff,
casi imposible. — Comento
de forma pesimista.
— Se
rumorea que nos van a dar una de las coreografías
y que la tenemos que hacer perfecta en dos intentos. — dice
preocupado.
— ¿Qué
dices? ¡Eso es imposible! — Empiezo a gritar por dentro de la
impresión. Hacer una coreografía tan complicada que no has ensayado
previamente en dos intentos me parece demasiado complicado.
— Lo
que oyes.
— Oye,
¿estabas
aquí antes? ¿Sabes por qué se ha ido tanta gente de golpe? —
Pregunto intrigado por saber a
dónde
se ha ido Viktor.
— Ah,
eso…
Son los preseleccionados.
— ¿Eh?
¿Cómo que preseleccionados?. — Pregunto alzando una ceja. No
entiendo a qué viene todo esto.
— Digamos
que a ellos ya los han elegido por méritos
propios. El resto nos pelearemos por los papeles que queden libres. —
Dice casi sin inmutarse.
— ¿Qué…?
¿Pero entonces la prueba…?
— Yakov
vino esta mañana
hecho una furia. Por lo visto la gente decía que todo lo de la obra
era muy raro y que preferían hacer otra cosa. Cogió a todos los que
estábamos en la pista, nos puso en fila y eligió a dedo los que más
le gustaban. Supongo que lo que le preocupaba de verdad es que la
gente estuviera hablando mal de la obra y Lilia se ofendiera. Al fin
y al cabo, no deja de ser un
proyecto en conjunto.
Y
ahí
es cuando la realidad me golpeó
como un jarrón de agua fría. Sabía que tenía que haber llegado
antes, pero no me esperaba que algo tan importante sucediera en unos
pocos minutos. Me pregunto si me habrían escogido a mí también si
llegase a estar aquí en el momento adecuado. Tengo ganas de llorar y
a la vez me siento rabioso. Procuro no hablar, porque no quiero ni
echarme a llorar ni gritarle a Phichit. Aunque noto que se me
empiezan a humedecer
los ojos
y acelero un poco más para que no me vea.
— Todavía
no está todo acabado, Yuri. Dijo que el papel de Blancanieves se iba
a disputar mañana, porque quería darle la oportunidad a todo el
mundo. Lo malo es que al no ser preseleccionado, o tienes suerte y te
cogen para un papel importante, o como mucho patinarás de fondo.
— Es
injusto.
— Lo
sé.
Pero es como tiene que ser. El mejor se luce y el resto le sirven de
apoyo.
No
estoy de acuerdo. No estoy para nada de acuerdo con eso. El arte
debería
ser una cuestión de expresión, no de ir pisando cabezas hasta
eclipsar a los demás. Siempre valoran el aspecto técnico, como si
hacerlo matemático fuera lo mejor para el deporte. El patinaje no es
solo cuestión de atletas, sino de artistas. El arte no entiende de
números y no debería intentar medirse, pero estoy tan cansado y
desanimado que prefiero no discutir. No solucionaría nada. Y
manteniendo la cabeza gacha, empezamos a practicar nuestros peores
saltos.
————————
Cuando
estoy a punto de entrar en clase, veo a Viktor en el
hall
de la escuela y me acerco corriendo a él,
esperando que me cuente lo que ha pasado. Creo que es de las pocas
veces que me he acercado yo a él con tanto ímpetu y seguro que le
sorprende. Me pregunto qué cara pondrá en cuanto me vea.
— ¡Viktor!
— le llamo estando bastante cerca, pero su reacción es bastante
indiferente.
— Ah,
hola, Yuri. — Responde con una sonrisa, lejos de ser verdadera.
— ¿Qué
ha pasado esta mañana? ¿A qué viene eso de los preseleccionados? —
Pregunto ansioso.
— Ah,
eso. Yakov decidió
acelerar un poco las cosas y eligió personalmente a los que pensaba
que estaban capacitados para hacer de los siete enanitos. Pero no te
preocupes, la bruja y Blancanieves se elegirán
mañana.
— ¿Pero
por qué tan de golpe? ¿Y por qué os tenéis que ir a otro sitio?
— Porque
no quiere que interrumpamos los entrenamientos de los que no
participan en la obra. — dice algo molesto, como si fuera algo
obvio. — No todo el mundo podrá
participar y, a parte, quiere que los protagonistas tengamos ensayos
a puerta cerrada.
— Eso
es una tontería.
Es una actuación escolar, nada más.
— Mira,
Yuri, esto es más
importante de lo que crees. Es un proyecto y como profesional
deberías tomártelo más en serio. — Me dice recriminando mi
actitud. — Si no eres capaz de entender que cada oportunidad hay
que valorarla, a lo mejor es que no estás preparado para tener un
papel.
Me
quedo con la boca abierta. Es la primera vez que Viktor me habla así
y estoy muy sorprendido, sin saber cómo reaccionar. Nunca le había
visto tan irritable, tan poco considerado conmigo, como si cualquier
cosa que le diga pudiera causar algún malentendido. Es
la primera vez que me habla de forma tan cortante y no sé cómo
reaccionar. Me
miro las manos unos instantes, intentando pensar en
qué
decir a continuación, pero él se me adelanta.
— Me
voy a clase. — dice secamente.
— ¿Eh?
¡Espera! — Me acerco a él de nuevo. No sé si está enfadado o si
sencillamente está normal. Se me hace muy difícil saber en qué
está pensando. Me acerco a él de nuevo. — Entonces… ¿no nos
veremos hasta que acabe la obra? ¿Es eso lo que me quieres decir?
— Puede
ser. Si no te dan un papel, dudo que tengamos mucho tiempo. — Dice
con el semblante serio.
Ahora
sí
que no sé qué decir. Primero lo de esta mañana, lo de que ya han
elegido a más de la mitad; luego, que el grado de exigencia de la
prueba va a ser incluso más alto de lo que me esperaba y ahora esto.
Veo como Viktor se marcha lentamente hacia su clase, pero soy incapaz
de sacar ningún sonido de mi garganta. ¿No querías saber lo que
pensaba Viktor, Yuri? Pues ahí tienes tu dosis de sinceridad. Me
está bien empleado.
El
resto del día
fue un completo desastre. Durante las clases, no podía sacarme de la
cabeza forma de mirarme de Viktor, sus gestos de desaprobación y el
tono de su voz. A ver, tampoco es que me hubiera gritado de mala
manera; pero era esa forma de hablarme la que me dejó totalmente
desconcertado. Por una parte no entendía por qué se había enfadado
conmigo y por otra no sabía cómo tomarme su reacción. ¿Debería
llamarle y pedirle perdón? No. No, porque realmente no sé de qué
disculparme. No creo que haya dicho ni hecho nada tan malo como para
que me hable así.
Durante
el entrenamiento de tarde, no fui capaz de hacer casi ningún
salto como es debido. Estaba distraído, cansado y desanimado, lo
suficiente para que los sustitutos de Yakov no quisieran martirizarme
más. La pista me parecía más solitaria y silenciosa que otros
días, lo que conseguía que me sintiera
peor por la conversación con Viktor de esta mañana. Aunque
probablemente fuera solamente mi impresión. Me encontré con Phichit
un par de veces, pero preferí decirle que tenía que entrenar solo.
No tenía ganas de hablar.
Al
llegar a casa, ya tirado en la cama y recién
cenado, intenté
despejar un poco todo lo que tenía en la cabeza. No era tan grave.
Todavía tenía posibilidades de conseguir un buen papel si dormía
bien antes de la prueba. La mayoría de los requisitos sí que los
cumplía; lo único era hacer bien los saltos y tener cuidado con los
nervios de última hora. Estoy a punto de girarme para intentar
dormir, cuando suena mi teléfono.
Y
esto no puede sorprenderme más,
porque hace meses que nadie me llama a estas horas. Miro la pantalla
y veo que es Viktor. Se me hace muy raro que sea una llamada y no un
mensaje, como siempre. A estas horas, podría ser algo grave; dudo
unos momento si cogerlo o no, pero teniendo en cuenta que es tarde,
decido contestar por si se trata de algo importante. Le doy al botón
verde, pero prefiero no decir nada y que sea él el que inicie la
conversación.
— Hola,
Yuri. ¿Te
he despertado? — Dice como si nada. Parece inusualmente tranquilo y
sereno, como si no hubiese pasado nada. Me pregunto si estará
intentando escurrir el bulto o si de verdad ya no está enfadado.
— No,
iba a acostarme ahora. ¿Qué
pasa?
— Siento
lo de esta mañana.
— Dice
con tono sincero, aunque me extraña su cambio de actitud. — No
debería haberte hablado así.
Todo
esto me resulta muy desconcertante, pero no sé
muy bien cómo hacérselo ver. Espero unos segundos, pero procuro
darme prisa en contestar.
— No
pasa nada.
— Sí
que pasa. — insiste, cambiando un poco el tono de voz — Es
que… no me gusta verte así.
— ¿Así,
cómo? — Pregunto más desconcertado que antes.
— Yuri,
no quiero que te tomes esto como una broma o algo poco importante. No
me gusta que seas derrotista, pero lo que más me ha molestado es la
forma de hablar de la obra.
— Tampoco
creo que sea para hablarme así. — Comento molesto — Parecía que
te había insultado o algo así.
— Se
nota que no conoces a Lilia, porque si vieras la coreografía que ha
montado, todos los entrenamientos que tenemos te parecerían pocos.
Por favor, no lo trates como si fuera una mera actuación de colegio.
Viktor
hace una pausa, como meditando si seguir hablándome
del tema o no. Suspira un par de veces, como si estuviera armando lo
que me quiere decir en su cabeza y no consiguiera encajar las piezas.
Me imagino su cara, con el ceño fruncido y la duda reflejada en sus
ojos mientras se coge el mentón con la mano.
— ¿Sabes,
Yuri? La gente siempre espera mucho de mí. Por eso Yakov siempre me
ha promocionado y me ha exigido más que a ningún otro alumno. Eso
es bueno; la gente te aprecia y sabes que tendrás más facilidades
para vivir del patinaje; pero también tiene su lado malo. — Dice
de forma sincera, como si se estuviera confesando. — Toda esa
presión, toda esa responsabilidad recae solo sobre mí. Si cometo un
error, es posible que no me vuelvan a llamar. Por eso me importa esta
obra; porque es un paso más hacia mi estabilidad. Lo que más me
gustaría ahora mismo sería patinar sin preocuparme de los
resultados ni de las opiniones, pero sabes que no puedo.
— … Perdona.
— Me disculpo de corazón. Ahora que sé cuál es su punto de
vista, sí que entiendo que se haya molestado. — No quería
desprestigiarlo ni nada por el estilo. Es que no me gusta que haya
tanto secretismo con lo de los papeles. Y
sigo pensando que te has pasado siendo tan borde conmigo.
— Lo
sé. No debería hablarte así, lo siento. Pero a
partir de mañana
ya no habrá más secretos.
Mira, te voy a decir la verdad; Yakov ya tiene unos favoritos para
los papeles que
quedan,
al
igual que los tenía para los que ya ha dado.
La diferencia está en que en el casting
de mañana
también va a estar Lilia y es ella la que elegirá
a su prima bailarina. Si le gustas a ella, el papel es tuyo.
¡Vaya
noticia! Entonces
lo de las audiciones es cosa de la profesora de ballet y no de Yakov.
Ya decía yo que él era más de elegir a dedo.
Seguramente habrán anunciando
ya los papeles de los patinadores
en los que estuvieran de acuerdo y por eso tuvieron que organizar la
prueba: para los que no estaban seguros. Ahora que sé que tengo que
intentar gustarle a esa tal Lilia, no sé si tranquilizarme o
preocuparme más.
— Gracias
por la información.
He estado practicando esta tarde, pero no me veo…
— Seguro
que puedes hacer más
de lo que tú te crees. — Dice con confianza, intentando animarme.
— Me gustaría llevarte conmigo a competir. Seríamos buenos
rivales.
— No
puedo hacer tantas cosas como tú
te crees, Viktor. — Espero unos segundos en silencio, disfrutando
de saber que el ambiente se ha calmado un poco y que todo ha vuelto a
la normalidad.
— Sé
que sí. — Me repite. — Por cierto. Sé
que soy pesado, pero siento otra vez lo de esta mañana. Estaba
estresado y lo pagué contigo.
No
puedo evitar sonreír.
Si
se está disculpando dos veces, es que de verdad le preocupa haberme
ofendido. Viktor
tiene ese carácter
seco y cortante que tan poco me gusta, pero a la vez, tiene momentos
tan tiernos y cariñosos que no sabría decir de dónde le salen.
Siendo cabezotas como somos, nos cuesta reconocer que nos hemos
equivocado, por eso sé
que si se disculpa con tanta insistencia es porque le importo de
verdad.
— No
te preocupes. Yo tampoco pensé
mucho antes de hablar. — Digo intentando quitarle hierro al asunto.
Agarro el teléfono con la otra mano, porque se me está empezando a
dormir el brazo.
— Me
alegro de que hayamos hecho las paces. Lo único
es que… es verdad lo de que nos veremos poco. Ojalá te escojan
como Blancanieves para que tengamos varias escenas juntos, pero si
no, va a ser un mes muy atareado.
— Lo
sé.
— No
me voy a olvidar de ti, te lo prometo. — Dice
casi leyéndome la mente. — Me
paso el día
entero pensando en ti y en las ganas que tengo de verte.
— Gracias…
— Me sonrojo un poco, pero prefiero no añadir nada.
— Si
no nos vemos, procuraré
llamarte a menudo para darte las buenas noches.
— Sería
genial.
— Me
doy cuenta de que estoy sonriendo como un bobo, pero no puedo evitar
alergrarme.
— Mañana,
después de los entrenamientos, podría acompañarte hasta tu casa.
Hasta la puerta, me refiero. Así podríamos estar más rato juntos.
¿Te apetece?
— Me
encantaría.
— Estupendo.
Bueno, será
mejor que nos vayamos a dormir. Tienes
que descansar mucho para mañana.
— Vale.
Que duermas bien…
— Respiro hondo antes de terminar la frase. — Vicchan.
No
le veo la cara, pero sé
que Viktor está sonriendo.
Lo noto en el sonido de su respiración en el teléfono.
— Buenas
noches, cielo. Buena suerte en tu prueba.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Con un comentario ayudas a que el blog crezca. No olvides ser siempre respetuos@ con los demás =))