Notas
de Umiko: ¡Hola,
chicos, cuánto tiempo! Hacía mucho que no me sentaba a escribir y
ya lo estaba echando de menos. En esta ocasión os traigo un fanfic
de Yuri on ice, que ha sido una de mis series favoritas de todos los
tiempos. La historia se sitúa en un mundo paralelo al de la historia
original, pero sigue siendo realista y ambientado en Japón. La
historia está prácticamente terminada, por lo que subiré al menos
un capítulo semanal. Además,
vais a poder encontrar este mismo fic en varias páginas, por lo que
podéis leerla desde la que más os guste. Espero
que disfrutéis
este primer capítulo. Y mil gracias a mi querida Nozomi por ayudarme con la portada.
Capítulo
1
Había
una vez un chico llamado Katsuki Yuri. Su sueño desde que tenía
memoria siempre había sido ser patinador,
de tal forma que no recordaba un invierno sin subirse a sus patines.
Siempre que había una competición, se quedaba pegado a la pantalla
del televisor, suspirando por llegar a ser como sus ídolos algún
día. Después de muchos años, insistiendo y trabajando, al fin
consiguió dar el primer paso en su carrera: entrar en la escuela
masculina con el mejor programa deportivo de todo Japón: La Hasetsu
Gakuen. Ese chico, era yo.
Como
os decía,
me llamo Katsuki Yuri y estudio en una escuela muy famosa por su
programa para deportistas.
Llevo toda la vida entrenando y preparándome para poder competir
algún día en las olimpiadas, y, para ello, esta temporada tengo la
oportunidad de acercarme un poco más a mi sueño. Inicialmente era
una escuela privada a la que normalmente no podría acceder por mis
notas; pero
todo cambió el día que me ofrecieron una beca deportiva. Creo que
nunca había pedido algo con tanta insistencia y, a pesar de que mis
padres no estaban totalmente de acuerdo, no les quedó más remedio
que aceptar.
Estoy cursando bachillerato por primera vez y nunca me pude imaginar
la cantidad de cambios que tendría mi vida en tan solo unos meses.
El
primero, y quizás
el más grande, es que cada mañana me tengo que levantar
extremadamente temprano para ir a entrenar. El programa que estoy
siguiendo me obliga tanto a intentar mantener una media aceptable de
notas, como a prepararme físicamente para la competición
profesional, por lo que seguir una rutina rigurosa se ha convertido
en una de mis obligaciones. A las siete de la mañana se abre la
pista privada de hielo de la escuela, en la que entreno hasta las
nueve, que es cuando empiezan las clases. Allí es donde me dirijo,
y, la verdad, todo mi día gira en torno a estos entrenamientos; por
la tarde, varios días a la semana, tengo sesiones grupales con el
entrenador y los coreógrafos, que son los que nos preparan para los
grandes eventos; eso unido a una alimentación cuidada, acostarse
temprano, no tener vida social... La verdad, no esperaba que mi vida
estudiantil tuviera que estar
medida por el filo de un cuchillo.
Sin
embargo, el mayor cambio a nivel personal no podía
ser otro que él. Allí estaba, entrenando de buena mañana mucho
antes de que yo si quiera llegase a la pista; él es el principal
motivo por el que conocí este mundo: Viktor Nikiforov. Mi
chico.
Viktor
es un patinador mundialmente conocido y admirado por el público;
estando solo un par de cursos por encima de mí, ya ha conseguido ser
campeón mundial varias veces seguidas y su nombre ya es un mito en
la historia del deporte. Siempre le he admirado, siempre he querido
ser como él; pero lo que más me ha sorprendido de conocerle, es que
acabásemos saliendo juntos.
Sí,
suena muy extraño. Un día sueñas con conocer a tu ídolo y de la
noche a la mañana empezáis a quedar, os conocéis y ¡ala! Surge la
chispa, y sabes que ya nada será como antes. La cosa empezó hace
unos meses, en una fiesta que se celebró después de la competición
estatal de patinaje sobre hielo. Viktor era el invitado de honor y
formó parte del jurado de forma excepcional. De todos los
participantes, conseguí milagrosamente quedar segundo, de forma que
sabía que al menos sabría
que existo.
Al
acabar la competición,
varios de los participantes decidimos ir a celebrarlo a un lugar
cercano. Viktor llevaba solo una semana en Japón y todavía no había
decidido trasladarse aquí. La verdad, no recuerdo mucho los
detalles, pero sé que había bebido un poco; no mucho, lo suficiente
para perder la vergüenza. Era la primera vez que hablábamos y me
temblaban las manos. Después de diez minutos balbuceando tonterías
sin parar, le dije que me gustaba. De hecho, lo solté casi sin darme
cuenta, como el que no quiere la cosa. Su reacción fue echarse a
reír a carcajadas, cosa que no sé si era por el alcohol o por mi
declaración sorpresa. De
todas las reacciones que podía tener, esa era la que menos me
esperaba y me cayó como un jarro de agua fría.
Por unos instantes llegué a pensar si me había entendido de verdad,
ya que su japonés no era muy bueno.
Cuando al fin recuperó la compostura, me miró sonriente y me dijo
“Claro, saldré contigo”.
De
pronto, noto una figura similar que pasa a toda velocidad delante de
mí,
y es Viktor, guiñándome un ojo mientras prosigue con sus
ejercicios. Debe de estar todavía en el calentamiento, porque hace
figuras sencillas, para
ir
estirando todo el cuerpo. En un solo instante me fijo en su pelo, en
sus brazos esbeltos, en el rubor de su nariz y en lo que le brilla el
azul de sus ojos cuando me mira. Esto hace que salga de mi
cavilaciones y me ponga los patines para
entrar en el hielo
yo también.
Durante
la práctica,
casi no solemos hablar. Bueno, casi no hablamos, en general. Si
tuviera que describir nuestra relación, diría que es especial. No
tenemos muchos temas en común, pero siempre acabamos buscando la
compañía del otro. Es raro; como cuando no te gusta un helado, pero
lo acabas pidiendo cada vez que tienes la ocasión. Supongo que es
más una cuestión de contraste; cuánto más diferentes somos, más
cercanos nos volvemos. O al menos, esa es la impresión que me da.
Aunque
técnicamente
“estamos juntos” todavía no hemos hecho demasiadas cosas de
pareja. En parte sé que es por mi culpa y
eso me come por dentro.
Al poco de empezar a vernos, le dije a Viktor que nunca había estado
con nadie y la vergüenza que me daba decirles a mis padres que era
gay. No me avergüenzo de ser
gay en sí
– no me malinterpretéis – pero no me gustaría que la gente
empezase a hablar de nosotros. Ya no es solo lo que piensen de mí,
sino que, si la gente hiciera un escándalo, podría llegar a afectar
a la carrera de Viktor. Y me niego a que eso pase. Además, nos
pasamos casi todo el día entrenando y en la pista siempre hay mucha
gente; no creo que sea el momento adecuado para charlar de nuestras
cosas. A estas alturas, nos cuesta bastante encontrar momentos de
intimidad. Aunque bueno, todavía quedan algunos.
El
entrenamiento pasa sin que casi me dé
cuenta enfrascado
en mis pensamientos,
pero me siento agotado. Estas sesiones de dos horas todavía se me
hacen demasiado largas; por mucho que siga, parece que los minutos no
pasan sobre el hielo. Cuando consigo profundizar
en mí mismo, noto que el tiempo se me pasa más rápido; pero eso no
ocurre siempre y no puedo contar con ello a diario. Cuando estoy a
punto de salir de la pista, noto que alguien me toca el hombro. Al
girarme, veo que es Viktor, que me sonríe como todas las mañanas y
se para un segundo a mi lado.
–
Cuando
acabes de cambiarte, espérame
en las gradas. – Me
dice con una amplia sonrisa y se va antes de que pueda contestarle
nada.
A
veces me desconcierta su forma de hacer las cosas; no sé
si es que está intentando ser considerado conmigo y con lo que
pienso de nuestra relación, o si solo le gusta que quedemos a
escondidas. El caso es que siempre acabamos así, quedando en sitios
vacíos entre clase y clase.
Mientras
me cambio, noto que el vestuario está
más lleno que la semana pasada. Desde que Viktor se unió a este
programa, el número de alumnos ha crecido bastante. Supongo que la
mayoría serán fans o curiosos que quieren acercarse a su ídolo, o
quizás chicos que quieren
llegar a ser grandes deportistas como él. Sea como fuere, que la
escuela tenga buena reputación es bueno para todos; ser de una
escuela famosa te predispone para llegar a ser algo en el mundo del
deporte y eso es algo que tengo que aprovechar.
Me
cambio despacio, como siempre. No me gusta mucho sentirme observado
por los demás,
por lo que suelo intentar tomarme
mi tiempo
para que los demás terminen antes que yo. Veo que casi todo el mundo
se ha ido ya, incluido Viktor, y me dirijo a las gradas cuando al fin
estoy listo. No sé exactamente a qué parte se refería exactamente.
Doy un par de vueltas por la zona sin verle y finalmente decido
esperar en la entrada a que aparezca. A los pocos segundos, noto una
sombra que se aproxima desde un lateral.
—
Yuri.
— me llama con un tono suave. — Has tardado mucho. — Me
reprocha casi sin alterar su voz.
—
No
sabía
dónde querías quedar. ¿Por qué has elegido las gradas?
—
Mm...
pues porque aquí
no creo que nos molesten hasta que empiecen las clases. — dice
mientras me hace un gesto para que me siente.
Noto
que le ha dado cierto énfasis
al hecho de que nos molesten, pero decido pasarlo por alto. Nos
sentamos en una esquina y veo que sigue igual de enérgico que
siempre. Por mucho que lo intente, su presencia siempre me intimida
un poco; aunque estemos saliendo, una parte de mí le sigue viendo
como ese héroe que admiro y en el que me gustaría convertirme algún
día. Siempre me trata de forma dulce, como estuviera a su mismo
nivel, pero sé que es mentira. Viktor es demasiado perfecto.
Empieza
a hablarme de cosas cotidianas, pero no le estoy prestando atención.
Mi mirada se desliza por su cara, admirando el movimiento de su boca,
de sus ojos. Viktor tiene ese toque de exotismo nórdico, ese toque
diferente y único que no tenemos los japoneses. Me quedo embobado
mirando cómo se mueven sus labios; todavía no me creo que me hable
con toda la naturalidad del mundo. Me es casi imposible concentrarme
en sus palabras teniéndole tan cerca.
—
¡Yuri!
— Me reprocha otra vez. — ¿Me estás escuchando?
—
Perdona...
— Me disculpo en
voz baja;
debería
plantearme seriamente hacerle más caso. Siempre que me llama la
atención me acabo sintiendo mal.
—
Siempre
eres tan cruel... — Se queja con voz lastimosa, mientras coloca su
mano sobre mi rodilla.
Me
está
tocando. Noto el calor de su palma sobre la tela de mi pantalón y me
pongo muy alterado de pronto. No sé cuándo esto se ha vuelto tan
tenso, pero me quedo callado, esperando a ver qué hace a
continuación. Noto que me estoy poniendo rojo y tengo los nervios a
flor de piel. Esta situación se me hace muy irreal, como si una de
mis fantasías se materializara ante mí y me fuera a despertar en
cualquier momento. Se inclina suavemente sobre mí para darme un
beso, pero lo aparto casi al instante. Mi cuerpo reacciona casi solo
y cuando me quiero dar cuenta, he sido demasiado brusco.
Viktor
me lanza una mirada de reproche. De pronto se queda serio, suspira y
me mira fijamente a los ojos.
—
Oye,
Yuri, llevo unos días
dándole
vueltas a una cosa.
¿Tú...? ¿Seguro que te gusto?
La
pregunta me descolocó totalmente. Aunque bien mirado, es bastante
lógico después de lo que acabo de hacer.
—
¡Claro
que sí! — Cuando
por fin asimilo la situación, respondo
casi al instante, pegando un bote en el sitio.
Oh
dios, la he vuelto a cagar. Mi última
reacción ha sido horrible, no me extraña que haya pensado eso. No
es que no me guste, sino más bien al contrario. Me altera tanto
estar a su lado que nunca soy capaz de reaccionar como es debido y
acabo portándome como un imbécil. En el tiempo que llevamos, a
penas nos hemos besado unas pocas veces y todo por mi culpa. Sé que
tengo que hacer algo para relajarme, pero siento que no me puedo
mover. Noto que me estoy sonrojando otra vez, pero más por la
vergüenza que me da
saber que no hago más que fastidiarlo
todo que por el contacto con Viktor.
—
Lo
digo porque siempre haces esto. No quieres que quedemos en público,
lo cual puedo entender, porque sé que eres tímido; — Dice
haciendo un puchero con los labios.
— pero es que además, cada vez que estamos juntos, me apartas.
—
Ya
sabes que nunca he tenido pareja...
—
Ya,
pero llevamos ya tres meses juntos. — Dice
mientras pasa un dedo por mi brazo — y me gustaría
intimar más contigo.
Mi
cara debe de ser un volcán
ahora mismo, de lo mucho que me arde. Noto como me suben poco a poco
los colores a las mejillas. No me puedo creer lo que me acaba de
decir. Esto va mucho más allá de lo que yo nunca he sido capaz de
imaginar. Lo mire por donde lo mire, no estoy preparado para esto. Sé
que está esperando una respuesta por mi parte, pero no logro
articular palabra. Aparta el dedo de mi brazo, posando la mano en mi
cintura.
—
También
es mi primera relación con un hombre. Es normal que te sientas
inseguro. — Me rodea con ambos brazos, supongo que para intentar
que me sienta más a gusto. Noto su piel cálida sobre la mía y me
siento un poco más tranquilo. — No voy a obligarte a hacer nada
que no quieras. Solo te pido un poco más.
—
¿Un
poco más…?
—
Un
beso. — Comenta emocionado, con una amplia
sonrisa. — Aquí.
Ahora.
—
Yo…
— No sé qué decir. ¡Por favor, Yuri, reacciona! No te está
pidiendo nada raro, solo un beso. Es lo normal, ¿no? Que una pareja
se bese; y aun así, eres incapaz de dejarte llevar con naturalidad.
Encima
es algo que ya habéis hecho. ¡Lánzate
de una vez!
Vuelve
a inclinarse sobre mí,
muy despacio, procurando no ser brusco; como si pidiera permiso para
acercarse
a mí.
No puedo evitar fijarme en sus ojos, que
se cierran levemente, confiando de forma ciega en que esta vez no le
rechace.
¿Cómo voy a decirle que no a esto? Sé
que es algo que yo también quiero, pero me cuesta dejarme llevar.
Cierro
los ojos nervioso, tratando de no pensar mucho en lo que estoy
haciendo.
Entonces
llega el momento y
noto los labios de Viktor sobre los míos,
acariciándomelos y rozándomelos. El calor de su boca hace que una
sensación cálida y agradable me recorra todo el cuerpo. Noto una
chispa de gusto al rozar su piel con la mía, como si algo se
activase dentro de mí cada vez que
me acaricia.
No estoy acostumbrado a esto, a sentirle tan cerca. Saber
que Viktor está aquí, solo para mí, hace que me sienta especial,
como si todo esto fuera un regalo caído del cielo. De pronto veo que
se separa ligeramente y es como si me hubiesen despertado de
golpe.
—
Yuri,
no cierres la boca con tanta fuerza. — Dice levantando una ceja;
puedo ver en su cara que no acaba de creerse que me guste. — Tienes
que relajarte un poco más.
—
Vale,
perdona.
Sé
que tengo que hacer algo para demostrarle lo mucho que me importa.
Reuniendo un poco de valor, me lanzo y le doy un pico rápido; no ha
sido un contacto de más de un segundo, pero creo que Viktor ha
entendido lo que le quería decir. Me sonríe con verdadera
felicidad, como si le hubiera quitado un peso de encima y me aprieta
un poco más entre sus brazos.
—
Estoy
sorprendido. Es el primer beso que me das tú
a mí. Gracias. — Noto cómo su mano se posa sobre mi mejilla y me
la acaricia con el pulgar — Iremos poco a poco, ¿vale?
—
Vale.
— Le vuelvo a responder en voz baja. — Viktor, me ha gustado
mucho…
tu beso.
—
Gracias.
Y
a mí el tuyo.
Se
inclina sobre mí
y me da otro pico fugaz. Esta vez me pilla más desprevenido, pero me
siento más cómodo que hace unos minutos. Sus manos se deslizan por
mi cintura hasta quedar en mi regazo, como tratando de envolverme
lentamente. Definitivamente, podría acostumbrarme a esto.
———————
Viktor
es algo mayor que yo, por lo que no vamos a la misma clase. Todas las
mañanas
me separo de él en el mismo sitio, en la entrada del instituto. Él
se va hacia la izquierda, a una de las clases del fondo, mientras que
a mí me toca subir al piso de arriba, donde están los grupos del
primer año. Creo que nunca se ha dado cuenta, pero suelo quedarme
mirando cómo se va, hasta que la marabunta de gente le engulle y me
impide verle. Es como si cada día, a esa hora, una parte de
mí se resetease y se diese cuenta de que un nuevo día acaba de
empezar.
O casi.
La
gente se apelotona en la puerta del aula, mientras yo procuro hacerme
invisible. No he tenido la oportunidad de hacer muchos amigos desde
que estoy aquí
y la mayoría de los que tengo viven en otros países. Suelo llamar a
Phichit de vez en cuando, pero él
también es patinador y
ambos solemos estar muy ocupados con los entrenamientos. Este curso
se ha incorporado igualmente a la escuela Hasetsu, pero aun así nos
vemos muy muy poco. Lo malo de hacer amigos en las competiciones es
precisamente eso, que casi no tenemos tiempo para quedar y las
relaciones se hacen muy difíciles de mantener. Me siento en el sitio
de siempre, esperando a que llegue el profesor.
Normalmente
nunca pasa nada tan relevante como para no prestar atención
en clase, pero hoy es diferente. Por mucho que intente centrarme
en lo que está explicando el profesor, mi cabeza divaga sobre todo
lo que me está pasando. Cada instante intento revivir mentalmente
las sensaciones que acababa de experimentar, como si me negara a
dejar que se fueran. El
calor de sus manos, su pulgar sobre mi mejilla, su lengua rozándome
la boca… Un
leve cosquilleo me cruza los labios cada vez que lo recuerdo,
haciendo que extrañe a Viktor más de lo habitual.
Sé
que tengo que empezar a aceptar la realidad, dejarme llevar y
disfrutar de todo lo que está pasando, pero me cuesta asumir que me
esté ocurriendo a mí, precisamente a mí. La cara que puso cuando
le di un pico fue muy graciosa. Debería repetirlo solo para verle
sonreír otra vez. Todo va bien; y es justo en estos momentos en los
que presiento que
lo bueno no puede durar.
——————
Mientras
estoy en clase, me llega un mensaje de mi entrenador, Yakov. Por lo
visto, quiere que nos reunamos todos los miembros del club de
patinaje para comentarnos algo importante. Había
comentado hacía unas semanas que tenía proyectos interesantes para
nosotros, pero nunca volvió a mencionar nada del tema, por lo que
supuse que se habrían cancelado. Por otra parte, supongo que querrá
aprovechar el tirón mediático de Viktor para seguir consiguiendo
más fondos a su costa. De alguna forma, me siento mal por saber que
le están utilizando, pero por otra parte, su fama nos beneficia un
poco a todos.
De
camino al gimnasio, me quedo pensando en todo lo que podría
suponer. Una pesadilla para mí: Cientos
de fans detrás de Viktor, intentando acercarse a él, apartarme de
él y llevárselo. Vale, eso es exagerar, pero el saber que hay tanta
gente interesada en él, hace que me sienta muy incómodo. ¿Y si un
día encuentra a alguien mejor que yo y decide cambiarme por esa
persona? ¿Y si solo está perdiendo el tiempo conmigo? Sé que soy
una persona sencilla, más bien del montón y no tengo ni carisma ni
autoestima. Procuro apartar esos pensamientos de mi cabeza, pero
siempre
acabo volviendo al punto de partida: Viktor siempre va un paso por
delante de mí.
Cuando
entro en el gimnasio, me encuentro a todo el mundo sentado en el
suelo. Deben de faltar pocos alumnos, porque Yakov parece impaciente
por comenzar. Siempre
que se enfada, se le marca más
la vena de la sien,
como si sacara la mala leche por ahí.
Me siento hacia el fondo, tratando de no llamar mucho la atención.
Viktor me mira desde el otro lado de la
herradura
y me sonríe un par de segundos,
con una pequeña chispa en sus ojos. Es adorable. Ese tipo de gestos
son los que hacen le quiera cada vez más.
—
Bien,
vamos a empezar. — dice Yakov, aclarándose
la garganta. — El motivo de esta reunión no es otro que anunciaros
que la escuela ha aprobado una exhibición de patinaje en la que
participarán los mejores alumnos.
El
gimnasio se llenó de murmullos a medida que pronunciaba cada
palabra. Nadie entendía por qué habían decidido empezar un
proyecto como aquel y menos en pleno tercer trimestre.
–
Por
primera vez, – prosiguió
Yakov –
contaremos con decorados, vestuario
y luces, además de
la colaboración de los miembros de la academia de ballet
clásico Lilia Baravnoskaya. Después de mucho deliberar, nos hemos
decidido por una versión
revisada
de Blancanieves
sobre hielo.
Todos
nos quedamos de piedra durante unos segundos, procesando el tremendo
discurso que nos acababa de dar Yakov. Que yo sepa, es la primera vez
que la escuela decide hacer algo por el estilo y teniendo en cuenta
todas las obras o historias que se podrían
haber adaptado, Blancanieves
me parece una elección
bastante extraña. Por
no mencionar lo de la escuela de ballet.
Eso mismo debió pensar todo el mundo a la vez, ya que los
murmullos duplicaron su volumen.
—Gracias
a la subvención
del departamento de cultura, podremos costearnos el
atrezo.
Sé que la obra puede parecer infantil,
pero no lo es; la coreografía
ha sido diseñada por la mismísma Lilia Baranovskaya, ex-bailarina
del
Teatro Nacional
y directora de la academia de baile. Trabajará
de manera intensiva con los protagonistas de la obra para que todo
sea un éxito. – Yakov
se aclara la garganta de forma sonora. –
El día del estreno vendrán ojeadores de diferentes universidades
buscando fichajes
para las becas deportivas, por lo que es una gran oportunidad para
todos. Pasado mañana por la tarde tendrá lugar el casting
para determinar el papel que haréis
cada uno; los que no seáis elegidos como patinadores principales,
ayudaréis a confeccionar los trajes y pintar los decorados. ¿Alguna
pregunta?
El
silencio en la sala se
hizo sepulcral.
Nadie se atrevía
a decir nada, pero no tengo muy claro de si es por el extremadamente
formal discurso de Yakov, o si es por lo extraño
de la situación. Creo que a estas alturas, podemos dar varias cosas
por sentado: Todo el mundo sabe quién va a ser el príncipe, por lo
que habrá que pelearse por ser Blancanieves o alguno de los
enanitos. Los
ojeadores y medios van a centrarse en Viktor, pero cualquiera que
consiga destacar a su lado, sacará algo de provecho.
Sinceramente, este es justo el empujón que necesita mi carrera para
empezar a despegar y poder ponerme al nivel de Viktor. La pregunta
es: ¿Cuánta gente más está pensando justamente lo mismo?
Notas
finales: Bueno, eso ha sido todo por hoy. ¿Qué os ha parecido?
¿Os gusta la versión adolescente que he hecho de Viktor y Yuri?
Quería escribir un romance entre ellos en los que ambos fueran un
poco más inocentones y empezasen a descubrir el amor poco a poco.
Creo que la historia se queda en un punto bastante interesante. La
semana que viene más y mejor. Espero vuestros comentarios. Un beso
n.n
Capítulo 2
Capítulo 2
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Con un comentario ayudas a que el blog crezca. No olvides ser siempre respetuos@ con los demás =))