Crónica Salón del Manga 2016

Hacía mucho tiempo que no viajaba y la sensación de preparar una maleta se me hacía de lo más extraña. Llegamos al aeropuerto el viernes sobre las 8 de la noche. Ya ni recordaba la sensación de volar, pero me alegré mucho al ver que lo disfrutaba igual que la primera vez.

Una vez llegados a Barcelona, el taxista más rápido que había visto en mi vida nos dejó en la puerta del hotel. La 1:40 de la noche. Una hora de lo más inapropiada para desempaquetar la ropa. Bajamos a cenar a un bar que había abierto por la zona y decidimos levantarnos al día siguiente sobre las 8, para poder descansar algo.

Nuestro hotel estaba a penas a trescientos metros del recinto, por lo que no tardamos prácticamente nada en llegar. Ojalá pudiese decir lo mismo de la cola que tuvimos que hacer. Me habían dicho muchas cosas sobre el Salón del Manga, sobretodo de lo de que era importante llegar pronto. "No es para tanto" -pensé, inocente de mí. Al final, estuvimos esperando desde las 9 de la mañana hasta la una de la tarde. 

Cuando por fin entramos, teníamos ya los pies destrozados de tanto estar de pie. Decidimos darnos una vuelta por los diferentes pabellones, para hacernos una idea de dónde estaba cada cosa. Primero entramos en el pabellón 1, que resultó ser el que tenía la mayoría de los puestos de comida, y luego fuimos a la primera planta del 2, donde había varias exposiciones de lo más interesante.

Más tarde conseguí al fin encontrarme con Patri, con la que ya había quedado por twitter y que andaba dando vueltas por ahí en su gran hazaña de comprarse 100 tomos del tirón. Nosotros acabábamos de entrar y teníamos ganas de ver cosas, mientras que ella quería sentarse tranquilamente a comer, por lo que optamos por encontrarnos más tarde en la charla de Ivrea.

Nos dimos una vuelta por los diferentes puestos, echando un vistazo a las ofertas. No vi demasiadas cosas que me llamaran la atención, por lo que finalmente decidí acudir directamente a los stands oficiales a comprar las novedades que tenía fichadas. Me sorprendió gratamente ver que me conocían en Tomodomo y que habían escuchado algunas de mis "reseñas" del canal, lo cual me alegró un montón y me dio muchas ganas de seguir trabajando duro.

Después decidimos ir a picar algo y acabamos en el puesto de chocolate fundido que tanto me habían recomendado. Estaba bastante bueno, pero fui tan torpe de salpicarme la camiseta ( si es que no tengo remedio).

Luego fuimos a las charlas de editoriales, donde presentaron las nuevas licencias para el 2017, o al menos las más relevantes. De todas las charlas, la que más me ha llamado la atención fue la de Norma editorial, de la que ya he tomado nota para las compras del año que viene. La de Planeta estuvo muy bien y me gustó ver que iban a traer Wolf Children. De Ivrea no hubo nada que me llamase especialmente la atención, pero el público disfrutó un montón de la ronda de preguntas.

Y ya para finalizar el día, pude conocer a varias de las personas con las que llevo meses (e incluso años) compartiendo opiniones sobre anime/manga por internet. ¡Un momento memorable, sin duda!

Nos fuimos a cenar por ahí y decidimos acostarnos pronto. Nos daba mucha rabia no ver nada de Barcelona, así que el domingo por la mañana decidimos irnos a dar una vuelta por nuestra cuenta. No es que fuésemos a ningún lugar emblemático, pero me gustó mucho este lugar que encontramos por casualidad:

Esta vez cuando quisimos entrar al Salón fue increíblemente rápido. Íbamos con el miedo de que nos pasara lo mismo que el día anterior, pero nada más lejos de la realidad; en 10 minutos ya habíamos entrado.

Volvimos a darnos otra vuelta por los pabellones. Esta vez nos detuvimos en el 5 para ver más de las exposiciones que tenían por allí. Casi todo eran imágenes de autores conocidos japoneses. La verdad es que me gustó bastante.

Ya más tarde nos pasamos por la charla de Tomodomo, donde anunciaron una de las series que llevo esperando con ganas mucho tiempo: O.B. Además, volví a encontrarme con más personitas especiales, incluso con gente que no esperaba ver, lo cual fue una grata sorpresa.

Al poco de terminar la charla tuvimos que ir rápido al aeropuerto para coger el avión. Me dio mucha pena tener que despedirme de la ciudad tan pronto, pero no había nada que hacerle. El aerobus fue dando trompicones todo el camino de vuelta (y eso que era línea recta), por lo que no me quedó un buen recuerdo del trayecto.

Por lo demás, ha sido una experiencia que me ha gustado un montón. Me encantaría poder volver a quedar con toda esa gente con calma y poder repetir el año que viene. Por ahora, tendré que contentarme con las fotos que me llevé de recuerdo.

Nos vemos

Matta ne n.n