domingo, 17 de octubre de 2021

El ovillo de lana de Umiko: paranoias con el trabajo

Este es una entrada un poco diferente de lo habitual. Hoy os voy a hablar de mis últimas paranoias mentales con el tema trabajo. ¡Empecemos!

Este último año ha sido un caos a todos los niveles en mi vida: problemas familiares, altibajos emocionales, problemas para encontrar trabajo... el pack completo del español medio en estos momentos.

En febrero conseguí unas prácticas en una conocida empresa multinacional de la traducción (cuyo nombre no voy a mencionar) y estuve seis meses como Project Manager (o gestor de proyectos). Yo ya tenía mentalmente asumido que iba a seguir en ese puesto, ya que necesitaban gente, y mentalmente iba preparándome para la guerra: entregas muy justas de tiempo, horas extras interminables, miles de emails entre lingüistas y demás equipos... un show. Pero he aquí el plot twist: mi ex-jefa "no me veía" como PM, así que me recomendó para Quality Control (Control de Calidad) pese a que no tenían plazas disponibles en el momento.

Así que durante un mes estuve pensando seriamente si debería aceptar la propuesta de hacerme traductora autónoma para esa misma empresa, con todas las putadas que ello conlleva. Me ofrecían trabajar con ellos pese a mi falta de experiencia, pero todos los impedimentos que había para cobrar los proyectos con normalidad hacía que mi preocupación fuera creciente.

Y entonces llegó el día. Me llamaron de Recursos Humanos para ofrecerme un puesto de Quality Control. Tenía que pasar unos exámenes, pero si aprobaba, el puesto era mío: indefinido, buen salario, pudiendo empezar a distancia aunque luego tuviera que mudarme a otra ciudad etc. Y pasé el siguiente mes para arriba y para abajo, haciendo exámenes y teniendo que reclamar correcciones que nunca me daban si no preguntaba.

Conseguí el puesto de trabajo. ¿Bien, no? Me he pasado el juego, tengo justo lo que buscaba. Los horarios funcionaban mejor que en el otro equipo, la carga de trabajo era más asumible y había buen ambiente entre todos.

Pues no. Entrar en este puesto ha sido darme de bruces contra un muro que no se va a caer. Y es que la realidad de darte cuenta de que no eres capaz de hacer un trabajo para el que supuestamente estás cualificada me pegó como una piedra rodando sobre mi espalda. No sé si es que las exigencias son muy altas o si el plazo de tiempo que me han dado para aprender es muy breve (que lo es), pero es la primera vez en mi vida que dando mi 100% sigo teniendo malos resultados. 

Yo soy una persona de extremos. Me vuelco en las cosas que me propongo y no paro hasta que las cosas funcionan. Esa ha sido mi forma de hacer las cosas hasta ahora: siempre buscando dar buen resultado, que la gente valore mi trabajo... Pero esta vez no. En esta ocasión he llegado a un punto en el que veo que mi "todo" no llega. Mi "todo" no sirve aquí. Y si sigo así, tal como pensaba, me echarán en cuanto acabe el periodo de prueba.

El clímax de esta tensión llegó la semana pasada, cuando había terminado varios proyectos que pensaba que estaría bien. Ver los resultados fue... traumático, en varios sentidos. Todo había salido mal y acumulaba una friolera de 7 suspensos seguidos (me puntúan de forma estricta cada proyecto que hago y solo hay 3 notas: 100, 80 y 0). Mi cabeza implosionó. Tuve un pico de ansiedad que me duró varios días y abrir el documento con mis resultados me daba PÁNICO, cosa que obviamente no dije a nadie de la empresa por no empeorar la situación.

Ahora bien, - y aquí es donde está mi comedero de cabeza - ¿es esto lo que quiero? ¿Puedo vivir así, en un ambiente condicionado con fechas de entrega apretadas y una presión constante por dar más en menos tiempo? Sé que no me están exigiendo demasiado por ser nueva en la empresa, pero los objetivos van a ser cada vez más altos. ¿Me vale la pena dejar mi salud mental por un trabajo?

No me malinterpretéis, estoy muy agradecida por esta oportunidad. Sé que no hay mucha gente que no puede ni si quiera intentar algo dentro de lo que ha estudiado. Mi pregunta interna es más bien cuánto tengo que sacrificar por este trabajo para poder llevarlo acabo con "normalidad". ¿Y si he elegido mal? ¿Y si no valgo para el camino que he elegido? No sé si puedo. Tampoco sé si esto es lo que quiero hacer.

La vida me ha dado una colleja con la mano abierta. Ahora que NO veo claro mi trabajo actual, me tienta meterme a opositar - otro camino endemoniado, pero parece ser mi tendencia natural - y me siento culpable por las veces que juzgué a otros por escoger esa opción "sin intentarlo". A lo mejor llegaron antes que yo al mismo punto. A lo mejor se dieron con el mismo muro que acabo de toparme y que me ha hecho cambiar de punto de vista. No lo sé.

Todo dependerá de si mis resultados mejoran de aquí a unas semanas. Y aunque así fuera... ¿diría que sí a continuar aunque empezase a hacerlo mejor? Quedarme sin trabajo ahora es mala idea, pero la perspectiva de vivir con esa losa sobre los hombros se me hace insufrible.

Sería muy irónico que después de tanto esfuerzo, si realmente la empresa me "aceptase" para el puesto, yo llegase con mis santos huevazos y dijera "Oye, que no. Que no me veo en este puesto y quiero buscar otra cosa". ¿Qué ocurrirá? Habrá que esperar para saberlo.

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