¡Hola~!
Soy consciente de que hace mucho que no frecuento estos lares y, además de todas las posibles excusas que podría poneros, lo cierto es que llevo más de una semana con un teclado sin la "o" y sin la tecla control, con lo que, ponerme a redactar sería altamente tedioso. Por suerte, he podido permitirme un teclado nuevo y no se me ocurre mejor forma de celebrarlo que empezando por una entrada larga para ponerlo a prueba.
Sí, soy consciente de que a veces abuso del hecho de saber que somos pocos y que cuento cosas de mí bastante personales, pero, en cierto modo, el desahogarme de esta forma me libera de esa carga. Ya que tampoco podré hacer vídeos durante una temporada, creo que es la mejor opción. En esta ocasión lo voy a narrar como si fuese un storytime, es decir, que voy a cambiar los nombres de los "protagonistas" y que voy a ofrecer enteramente mi punto de vista. Soy enteramente consciente de que si alguno de los que están involucrados en la historia leen esto, se van a enterar de todo lo que pienso, pero lo considero un acto de honestidad, hacia mí misma y hacia lo demás. De nuevo, mi historia, mis ideas; con lo que espero que comprendáis que no puedo evitar dar ciertos juicios.
Para mí, todos los malos días no constan solo de un día; parece como que el universo se va configurando para que sepas que se avecina algo malo. Tal vez haya algo de misticismo en ello, no lo sé; lo que sí sé es que creo en leer el ambiente y, hace un par de semanas, ya me olía que se aproximaba una racha bastante jodida. Todo empezó el día que, estando tranquilamente en el ordenador, golpeé uno de los recipientes para guardar el agua que uso con las acuarelas. Resultado: Una pantalla ligeramente dañada y un teclado que ya no sirve para escribir. Me sentí algo avergonzada de mi torpeza, pero lo cierto es que no me dio mucho que pensar. Un mal augurio, simplemente. La cosa siguió al día siguiente, en clase de japonés.
Nunca en mi vida había tenido problemas con japonés. De siempre había sido la estudiante modelo y aprobar con nota se daba por hecho. La cosa cambia cuando, en vez de estudiar la lengua, tus clases se basan en aprender a "traducir". Nada más y nada menos que textos académicos, cosa que ya me asusta en inglés, cuanto menos en japonés. Hacía ya unas cuantas clases que me agobiaba pensando en la idea de ir a japonés. "Le estoy cogiendo asco" – Pensaba cada vez que se acercaba la hora de llegar a clase. No es el idioma. No es el texto. Es la frustración de entender el contenido y no poder demostrarlo. De bloquearte con las putas estructuras y no saber ni por dónde empezar. El lunes pasado fue el culmen de toda esa frustración. En medio de la clase, sensei empezó a echarme la bronca porque no conseguía dar una. No voy a decir que al profesor le faltase razón – su reprimenda estaba justificada, ya que no me salía nada bien –, pero el hecho de que te echen la bronca cuando ya tu ánimo no es lo mejor, hace que te hundas con facilidad.
Nada más salir de clase, Mario, mi único compañero en este nivel (y no os extrañe por la complejidad) me enseñó su tapiz para hacer caligrafía con agua. Me pareció muy bonito, pero lo cierto es que estaba más preocupada por derrumbarme de golpe y echarme a llorar allí mismo. Siempre que salimos de clase de japonés, tenemos un pequeño tramo que vamos juntos hacia casa y siempre hablamos, o por lo menos, yo intento que me hable. Esta vez no. Estuve muy callada, en estado de contención. La gente que me conoce sabe que verme callada no es bueno. Significa que, o bien estoy muy triste o estoy muy enfadada; sea cual sea el caso, nadie quiere ninguna de las dos cosas.
Me separé de él en nuestra esquina de siempre y me fui a casa mientras se me empezaban a caer algunas lágrimas. No me gusta nada llorar en público, pero cuanto más me contengo delante de los demás, menos tiempo consigo aguantarlo. Llegué a casa y me eché a llorar con ganas. Se me pasó la idea de llamar a alguien por la cabeza, pero la descarté en seguida. Pese a estar mal, pese a sentirme una mierda, no me gusta dar pena. Y que me vean llorar se me hace lo peor de lo peor. Pasados unos minutos, y estando ya un poco más calmada, hablé con Mario y me alegro de haberlo hecho; me tranquilizó bastante. Se ofreció a ayudarme con las clases y sentí que, por muy inútil que me sintiera, por muy mal que me viera, todavía podía seguir luchando un poquito más. Sin embargo, no me olía que lo mejor – o peor, según se mire – estaba por llegar.
El martes por la mañana ya sabía que iba a ser un día duro. Al día siguiente tenía una exposición en la que me jugaba una asignatura y nos quedaba prácticamente todo por hacer. En el grupo éramos tres chicas: Ana, Nina y yo. Ana y yo habíamos hablado el día anterior de que deberíamos quedar por la mañana para preparar las ideas básicas. Sin embargo, resultó que Nina no estaba de acuerdo y nos respondió de malas maneras "¿Para qué queréis quedar?". La pregunta me pareció una absoluta estupidez. Teniendo que entregar todo al día siguiente, manejar todas las horas posibles era crucial. "Si todavía no me he leído el libro" – Comentó como dando por hecho que ambas teníamos que haberlo sabido. Intentando evitar más problemas, Ana y yo quedamos por nuestra cuenta, desconcertadas por la mala actitud de Nina.
Nos reunimos en unas mesas de la universidad para poder hablar tranquilamente y, pese a estar con todo el agobio encima, en algún que otro momento iba mirando mi móvil. Más o menos sobre las 12 del mediodía, me llegó un mensaje que me dejó helada. Era de mi inmobiliaria, diciéndome que tenía que desalojar mi piso en 15 días. Por un momento pensé que sería un error, pero comprobando mis datos, no había ningún tipo de equivocación. No sé qué cara puse delante de Ana, pero sentí cómo me quedaba blanca por momentos. Todavía dolida por lo del día anterior, por la bronca de aquella mañana, me tocaba lidiar con algo mucho peor. El trabajo ya me daba igual. Me quedaba sin casa, sin saber a dónde ir. Llamé a mi padre corriendo y me dijo que él se encargaría de hablar con la empresa, a ver qué explicaciones nos daban. En el fondo sabía que tocaría buscar otro piso, pero no quise decir nada hasta que no estuviese confirmado. Por la tarde tenía varias clases y todavía tenía que terminar la exposición para el día siguiente.
Las clases de la tarde se me hicieron más largas que nunca. Estaba emocionalmente destrozada, todavía dolida con parte de mi grupo y extremadamente cansada. Solo veía la hora de irme a mi cama y poder dormir unas horas. Procuré no hablar mucho, ya no tanto por estar triste, sino porque mi cabeza daba vueltas intentando pensar en qué podría hacer al día siguiente, cuando todo el jaleo de las exposiciones se hubiese acabado. En diciembre es muy difícil encontrar piso, más aún si lo necesitas para ya, con lo que las posibilidades de encontrar algo de mi presupuesto eran más bien escasas.
Mientras todo esto continuaba, Ana y yo fuimos con Nina a su casa para terminar el trabajo. La cosa no fue bien. No fue la forma de trabajar, ni el ambiente, ni el compañerismo que a mí me gustaría haber tenido. Supongo que las tres estábamos muy quemadas y no nos apetecía lo más mismo ponernos con aquello, pero la sensación de desasosiego que llevaba por dentro me estaba carcomiendo. Pasadas unas horas, Nina sugirió que nos fuésemos a casa y que trabajásemos a distancia para terminar el powerpoint.
El trayecto hasta casa se me hizo largo y lento. Casi no tenía fuerzas para andar y tampoco tenía ganas de moverme. Tuve la tentación de hacerme una bola en una esquina y esperar a que el tiempo pasase, pero de alguna forma, el deber siempre pasa por delante de todas mis necesidades.
Llegué entonces a casa, con el alma en los pies y fue entonces cuando una simple gota desbordó la poca integridad que me quedaba. A veces me sorprendo de los golpes fuertes que me dan y que puedo soportar y, sin embargo, cuando tengo una microgrieta en mi estado de ánimo, todo se hace pedazos con un soplido. La cosa fue bastante simple: Nina me dijo que quería comentarme algo después de las presentaciones.
Yo ya había tenido algún que otro roce con Nina en el pasado; de alguna forma, tengo una gran facilidad para decir cosas que la ofenden. Pero justo en ese momento, en ese preciso momento, no estaba preparada para algo así. Odio la espera. Odio que no me revelen qué pasa. La brecha empezó a rebosar de agua y reventó.
Recuerdo recostarme sobre mi escritorio, con las manos agarrándome la cara, preguntándome por qué me tenía que pasar todo aquello de golpe. "La vida no es como queremos que sea. Es como es". Esa es una frase mía que define mucho mi forma de pensar y, una y otra vez, pese a todo, no podía evitar preguntarme "¿Por qué a mí? ¿Por qué ahora?", como si aquello fuese a llevarme a alguna parte, como un mantra para alejarme de la realidad.
Lo cierto es que nunca sé qué hacer en esas situaciones. Odio ser la persona que siempre se deja ver mal, pero también sé que debería contar con la gente que quiero para ese tipo de cosas. A Mario no quería decirle nada, al menos en el momento, porque ya le había estado mareando el día anterior. Pensé en hablar con Bea, pero sabía que su teléfono no estaba funcionando bien y que probablemente no me respondería. Entonces fue cuando se me ocurrió hablarle a Pablo. Lo cierto es que me gustaría hablar un poco de quién es cada persona que he conocido aquí, pero mejor lo dejo para otra entrada, que esta ya es larguísima. El caso es que Pablo consiguió darme la palmada en la espalda que necesitaba y pese a todo, logré dormir algo aquella noche.
A veces no es tanto qué ocurre, sino cómo decidimos enfrentarnos a ello. Por primera vez en mucho tiempo, siento que puedo contar mis problemas, que tengo gente que me apoya y me respalda. Es una sensación rara. Pero rara en el buen sentido. Como cuando notas que estás cambiado para mejor. Veréis que estoy muy desaparecida, estresada y agobiada, pero estoy aprendiendo mucho sobre mí, sobre las personas y sobre lo que realmente me importa. Por si os lo preguntáis, la exposición ha salido bien, he encontrado un piso nuevo y, aunque sigo hasta arriba de cosas para hacer, no me quiero perder ni una sola cosa de las que estoy viviendo aquí.
Hola guapa :).
ResponderEliminarUff, que entrada más intensa :(, aiss, nada mas decirte que mucho ánimo.
Creo que nos ha pasado a muchos eso de que parece que el destino se pone en tu contra y en una sola semana o días te pasa todo lo malo o se te viene todo encima... pero son rachas, y como tal, pasarán.
Lo mejor que puedes hacer en mi opinión es lo que has hecho, desahogarte con amigos o conocidos que puedan ayudarte, porque parece que no, pero el contarle los problemas a alguien te libera mucho, y puedes recibir algún que otro buen consejo ;).
Mucho ánimo con la traducción del japonés, tú puedes, siempre se te ha dado bien por lo que te conozco ^^
La vida es muy puta a veces, solo puedo darte animo y un consejo estando ahora lejos de tu casa sin tus seres queridos cerca es muy complicado llevar algunas situaciones, lo se por experiencia propia por eso te recomiendo que hables con tus amistades de lo que te ocurre puede que aunque no solucione nada alivie, nadie quiere ser un penas y e ir contando su vida pero hay ocasiones que necesitamos expresar lo que sentimos. Me alegro que la cosa se calmara, disfruta de tu estancia allí ^^
ResponderEliminar*la apachurra*
ResponderEliminarHola Umiko <3
Te mando muchos abrazos, es una pena que pasaras por tanto, pero lo que si me alegra mucho escuchar es que has encontrado personas con quienes puedes contar, a quienes puedes llamar, la confianza es super valiosa, me alegra tanto saber que hay varias que están ahí TTwTT Las cargas se hacen más livianas cuando se comparten, es bueno ver nuevas perspectivas y el corazón sana un poquito más rápido :*
Déjate querer, déjate mimar, y parece mentira pero uno tiene tantos miedos… de parecer débil, de que le tengan pena… pero al final lo único que los amigos sienten es mucho cariño y ganas de estar ahí :)
Cuando uno está acostumbrado a ser el mejor, a sobresalir y de repente se topa con estas cosas es super desconcertante y frustrante, pero no queda más que seguir luchando y estudiando, es lo que hay jajajaja déjate ayudar y suerte!
En serio en serio en serio me alegro mucho, ten a estas personas que te hacen bien cerca y te mando un gran abrazo! Fuerza y alegría <3
Estadisticamente la vida suele mostrar varios problemas a la vez, si no recuerdo mal 3 es el volumen más frecuente, hasta 5 es tolerable y con 7 suele haber suicidios. La moraleja es que la vida siempre será una hijaputa, con mala saña, si ves que no puedes con algo (no hay que ser de acero), apoyate en familia y amigos, todo el mundo tiene un límite.
ResponderEliminarCuando leí el título del post, me hizo sentir mal ver que lo estabas pasando mal así que decidí leerlo cuando tuviera el suficiente tiempo para comentarte en condiciones pero, a pesar de eso, no creo que sea capaz de darte un buen consejo.
ResponderEliminarSin duda, cuando pasa algo malo nunca viene solo, o tal vez es precisamente porque estamos en un mal momento que todo nos parece malo. Yo también tengo muchos momentos en que me derrumbo. En esos momentos me siento débil y el ser más insignificante del mundo. De alguna manera, con el tiempo, esas épocas pasan y sigues adelante. Pero en esos momentos me doy cuenta de lo sumamente sola que estoy. Te entiendo perfectamente cuando hablas de lo de que no te gusta dar pena a los demás ni llorar delante de nadie. Yo soy igual. Pero a veces creo que somos nosotros mismos los que ponemos la coraza a nuestro alrededor evitando que nadie entre.
Tu conclusión final posiblemente sea la clave. A veces nos ahogamos en un vaso de agua. Yo creo que por eso siempre se dice que es bueno ser optimista. No es que por serlo no vayas a tener problemas, pero los afrontas de otra manera y te afectan menos. Pero como todo, decirlo es muy fácil.
En cualquier caso, me alegra que al final la presentación fuera bien y que encontraras piso ^^
En cuanto a japonés, si te sirve de consuelo, yo he llegado a estar muy frustrada con el idioma (ahora mismo lo estoy) y en más de una ocasión he pensado en dejarlo pero.... rendirse no es una opción, jajaja...
Mucho ánimo!! Si es que, nadie dijo que vivir fuera fácil ne.